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domingo, 18 de septiembre de 2016

Enrique un gato "sui géneris"

No era una estrella de rock pero estaba ahí, en el escenario causando la admiración de propios y extraños. Su mirada firme dominaba al público y su serenidad los cautivaba. No interesaba quién se le acerque, los recibía con humildad, era muy diferente a muchos artistas que tienen el ego sobre la cabeza.

Pero él no, mantenía la personalidad intacta y no se inmutaba ante la presencia de ajenos. Su presencia era admirada, más que una eminencia se ganó el reconocimiento, elogios y comentarios, de los tiernos y sanos.

Quién iba a pensar encontrarse con ese personaje en un lugar poco habitual para ese tipo de seres. Era un café de bohemios, quizás él también compartía ese sentimiento de soledad, pese a tener al lado a dos de sus más fieles amigos.

Sí, allí estaban Don Rómulo Lafuente y doña Elizabeth Rojas de Lafuente, compartiendo una cita como las miles que tuvieron a lo largo de su vida y permitió construir un hogar con cuatro pilares. Nunca imaginaron que a su existencia también llegaría la de Enrique, era así su nombre, un gato blanco de raza persa, con una parada imponente.

Los pocos testigos que estuvimos en aquel lugar vimos cómo entró. Parecía una verdadera estrella, una caminata firme que se hacía notar en el pasillo cual pasarela. La cola la tenía parada, síntoma de sinceridad y seguridad. Así caminó por el interior hasta encontrar su ubicación.

Al principio los presentes pensaron que se trataba de un pequeño can, pero luego repensaron en su mente que lo que observaban no era tan real como parecía, pero lo era, un felino, de esos conquistadores del mundo.

Estuvo al pie del escenario todo el rato que sus amos se sentaron a compartir una noche mágica. Los bocaditos que saboreaban no eran del más mínimo interés de Enrique, seguía quieto y de rato en rato se acomodaba de distinta manera, como si quisiera complacer al cuerpo de acuerdo a la música que había en el ambiente.

Uno de sus dueños, fue más que generoso, le dio en su dedo unas cuantas gotas del elixir que degustaba, té con té, Enrique, cual gato de alcurnia y de gustos finos lamía el dedo de su hermano mayor para satisfacer su gusto por las delicias mundanas.

Mientras aquello acontecía, la gente se le acercaba, lo acariciaba y es más trataba de entablar conversación con el felino de mirada seria. No se asustó con ningún ser y mantuvo la cordura hasta el momento de partir.

Fue en ese instante que don Rómulo fue abordado por un inquieto ciudadano, quien le pidió que cuente la historia de Enrique.

Indicó que a los animalitos se les debe brindar no solo la protección de los humanos, sino también afecto y cariño para incorporarlos a las actividades cotidianas.

Argumentó que Enrique es un gato que camina por la calle, no le teme a los autos ni a los ruidos, pero para llegar a ese nivel, tuvo que ser educado por su familia.

"Enrique es un gato de raza persa, tiene diez meses y podríamos decir que en Oruro es el único gato que camina con su correa. Gracias a él hemos logrado labrar bastante amistad con gente que ni siquiera habíamos pensado tenerla", afirmó.

Fue por el internet que sus hijos lograron adoptarlo en la ciudad de La Paz y luego lo trajeron a Oruro. Pero no sólo se quedó en la casa, sino que comenzó a viajar junto a la familia, principalmente a Cochabamba. Es un felino muy bien educado que hasta la fecha no tuvieron problemas respecto a su comportamiento o necesidades fisiológicas.

"Cuando viajamos no molesta, se limita a tomar un poco de agua, come lo necesario y no molesta", afirmó.

Muchas veces la gente confundió a Enrique con un can. Otros llegaron a pensar que era un peluche, pero en forma constante sus amos explican que es un hijo más de la familia, él llegaría a ser el quinto componente.

Enrique se comunica mediante señales con sus amos, ya sea mediante el guiño de los ojos o el movimiento de las orejas. Ellos ya saben qué quiere o qué tipo de comportamiento tendrá.

"Él en su momento demuestra ese cariño, ese afecto que le damos. Es una compensación en el lenguaje que tenemos", afirmó.

Respecto a sus gustos culinarios, Enrique es un humano más, come desde los más ricos vegetales como lechuga, tomate hasta sus manjares de carne.

Si bien parece un gato serio, es juguetón y en su casa le gusta jugar a las escondidas. Asimismo, sabe cómo comportarse en la calle y dependiendo del lugar donde se encuentra, si está en la plaza sube y baja de los bancos. Pero, cuando salen de compras con la familia, lo que más le atrae son los maniquíes con quienes quiere jugar cuando los ve.

Es una verdadera estrella en la calle, la gente aprovecha para tomarse fotografías, muchas veces fue filmado, es acariciado y sólo le falta dar autógrafos.

Su pulcritud es otro de los dones que tiene, le encanta el agua, principalmente ducha y puede estar allí por varios minutos. Cuando no tiene esa posibilidad se aproxima a cualquier grifo de agua y espera a que salga el agua para poder mojarse.

Sus amos recomendaron a todas las personas que tienen mascotas que los incorporen a la familia, no como un animal, sino como una persona más, ya que ellos son muy inteligentes y dan todo el cariño que tienen.

"Deben tratarlos bien en su alimentación, en los cuidados de su salud y darles mucho cariño, porque el animalito también da mucho cariño, es muy cariñoso. Los animalitos tienen reacciones de afecto, de defensa cuando se les hace daño, entonces incorporarlos a la familia es algo noble y saludable", puntualizó.

Tras ese diálogo Enrique fue alistado para salir de ese local, con su correa su amo lo llevó a la salida y juntos comenzaron a caminar por la calle, como grandes amigos y fieles compañeros.





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