La química que enlaza al binomio humano-mascota crea un apego emocional que ayuda a explicar por qué los animales significan tanto para muchas personas y da una justificación al modo en que llegaron a ser considerados como “miembros de la familia”. Para las personas, tener una mascota, es permitir que los animales residan en sus hogares y buscar una fuerte relación afectiva, por lo que realizan considerables esfuerzos emocionales y financieros para mantenerla.
Se define a la mascota o animal de compañía como aquel que se encuentra bajo el control humano, vinculado a un hogar, compartiendo intimidad y proximidad con sus dueños y recibiendo un trato especial de cariño, cuidado y atención que garantiza su buen estado de salud.
En la mayoría de las culturas modernas las mascotas se han convertido en una característica siempre presente en la vida familiar.
De acuerdo con la explicación proporcionada a ECOS por el psicólogo Juan Carlos Barrientos, la mayoría de los seres humanos son gregarios, es decir necesitan de los demás para sentirse acompañados, escuchados y apoyados para evaluarse e incluso dar su voto de aprobación.
En la sociedad actual, las relaciones interpersonales y mucho más las de pareja, se hacen cada vez más difíciles y es probable que se deba a la creciente tendencia globalizadora orientada hacia el individualismo y el exitismo.
“Es así que para muchas personas se hace más difícil pensar, postergar planes, deseos o necesidades por el otro. Se vive en un mundo hedónico en el que se proscribe el dolor y el sufrimiento, un mundo en el que se procura la ley del mínimo esfuerzo”. Por eso para muchas personas llevar adelante una relación de pareja resulta una tarea difícil y poco atractiva, manifiesta el psicólogo. “Esto trae a mi mente una fábula de Esopo: Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca, mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose: ¡Ni me agradan, están tan verdes...! La fábula nos muestra cómo en ocasiones aquello que no es posible de alcanzar genera en las personas una suerte de devaluación de lo deseado, de esta forma parece ser menos dañino aceptar la imposibilidad. Este es un ejemplo de lo que los psicólogos llamamos mecanismos de defensa, los cuales son recursos psicológicos que nos protegen del sufrimiento y nos ayudan a superar las adversidades”, detalla el profesional.
En este contexto se podría entender la adopción de una mascota como un mecanismo a través del cual se minimiza la necesidad de tener una relación de pareja, desplazando hacia la mascota energía emocional, tiempo y dedicación.
Según el autor Turner (2005), para algunos adultos jóvenes, tener una mascota -además de suplir las necesidades de compañía- puede incluso ayudarles a conseguir una pareja. El cuidado y la dedicación que prodigan a su animal, puede ser visto por otra persona como un potencial signo de que está preparado (a) para asumir la responsabilidad de hacerse cargo de una familia.
En este sentido, es probable que cuando los adultos jóvenes deciden tener una mascota en lugar de conseguir una pareja, esa determinación sólo sea una etapa transicional que puede cambiar en el momento en que aparezca la persona indicada.
¿Las mascotas reemplazan a los hijos?
En los últimos años el número de mujeres que opta militantemente por la no maternidad parece estar en aumento; de hecho es un tema que se estudia cada vez más, por ejemplo hay mujeres que se niegan a ser madres y fundamentan su decisión priorizando la autonomía personal, la crítica a los modelos tradicionales de familia, los roles de género, la visión negativa del mundo al cual no es bueno traer más niños y las expectativas con relación a sus proyectos de vida.
Respecto a la adopción de mascotas que “reemplazan a los hijos”, el autor Walsh (2009) dice que los adultos jóvenes suelen criar mascotas antes de tener hijos o en lugar de ellos. Así desarrollan capacidades para ofrecer cuidados nutricionales y de afecto, aprenden a poner límites y a ocuparse de otro ser vivo.
Es decir, las mascotas proveen a los humanos la posibilidad de establecer vínculos emocionales parecidos a los de la maternidad o paternidad. Turner (2005) dice que las mujeres presentan una mayor tendencia a generar ese tipo de vínculos, debido a su mayor "predisposición a desarrollar un rol maternal".
La presencia de las mascotas como hijos es también importante para sus dueños ya que les ayuda a sentirse importantes y necesitados por alguien, tal y como un hijo requiere de sus padres (Sable, 1995).
¿Seguidores de una moda?
Según Barrientos, hay que distinguir entre las personas que desarrollan vínculos normales y naturales con sus mascotas que pasan a ser parte de su familia, una conducta que considero altamente saludable y deseable, enfatiza.
De aquellos que siguen una moda expuesta a través de los medios de comunicación y redes sociales que continuamente presentan al público a celebridades, muchas de ellas excéntricas, que generan tendencias al mostrar fotografías de animales encantadores, rodeados de objetos lujosos sólo para ellos o usando joyas.
¿Puede ser un desorden psicológico?
De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría en su quinta edición (DSM-5) un trastorno mental es: un conjunto de signos y síntomas caracterizado por una importante alteración del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un individuo, que alteran su funcionamiento global, por lo general van asociados a un estrés significativo o una discapacidad, ya sea social, laboral o de otras actividades importantes.
“La tendencia de tratar a las mascotas como miembros de la familia no es catalogada como un trastorno psicológico, salvo que ese comportamiento lleve a la persona a un nivel de desequilibrio importante o la aparte de la realidad”, explica el experto.
Ahora, es evidente que el mercado ha puesto los ojos en el tipo de dueños de mascotas que los consideran como parte de la familia, ofertando un sin número de productos y servicios dirigidos a las mascotas; de hecho existen múltiples investigaciones en el área del marketing y la economía que se abocan a este mercado, el cual es cada vez más rentable.
Considerando que las personas asumen a sus mascotas como otro miembro de la familia, es entendible que inviertan recursos en su cuidado, no siendo este comportamiento negativo, salvo que lleve al dueño de la mascota a comportamientos disfuncionales en los cuales priorice a su mascota descuidando otras necesidades personales o que le genere algún tipo de disfuncionalidad social, laboral o familiar.
Hay que entender que algunas personas logran establecer fuertes vínculos afectivos con sus mascotas y a través de esa relación suplen ciertas necesidades de compañía que les permite ejercer conductas de cuidado y protección, similares a las que se desarrollan en la maternidad o paternidad. “De hecho existe abundante evidencia científica que asocia la tenencia de mascotas a beneficios físicos, sociales y psicológicos en las personas vinculadas a estas", finaliza el profesional. •
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