Un estruendo en la sala señala que el gato o perro de la familia atacó, nuevamente, el árbol navideño. Quizá trató de alcanzar uno de los adornos colgando de las ramas, o por ahí trató de atrapar esas irritantes luces parpadeantes. Sea como sea, los adornos de la época son motivo de fascinación para los compañeros cuadrúpedos y también un peligro para su salud.
Para la bióloga Valeria Fernández, la solución pasa por no poner estos elementos en espacios fáciles de alcanzar por la mascota. “Lo más básico es colocar el arbolito en lugares de difícil acceso para el animal o en espacios donde no tiene permitido entrar. Ellos no pueden evitar explorar ese elemento novedoso, así que alejar la tentación es clave”, asegura.
Sin embargo, en un departamento o casa pequeña, ésta no es una opción. En ese caso se recomienda asegurar el adorno lo más firmemente posible. Puede atarse al techo o pared para impedir que caiga o levantar una cerca alrededor del pesebre y el árbol.
También se puede recurrir a productos químicos especiales. “Hay una serie de sustancias en aerosol que desprenden un aroma desagradable, poco perceptible para el ser humano, pero que es una señal fuerte que aleja a felinos y caninos”, aconseja la veterinaria Viviana Verástegui.
Normalmente, estos químicos se utilizan para impedir que el animal haga sus necesidades en un espacio específico, pero puede ayudar a educar al cuadrúpedo.
Si tienes un cachorrito evita las piezas pequeñas que el animalito podría tragar y acarrearle problemas de salud. Asegura también las conexiones eléctricas para que no haya enredos ni cortes.
De igual manera, escoge adornos que no se rompan fácilmente: los de vidrio están vetados, así como los de cera. La madera, el plástico sólido y la tela son algunas opciones más resistentes y que representan menos riesgos de intoxicaciones o cortes en la boca.
Fuente: Viviana Verástegui, veterinaria de Monckeys y Valeria Fernández, bióloga.
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