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domingo, 21 de febrero de 2016

Jóvenes al rescate de animales

Voluntariado. Existen unas 12 agrupaciones cochabambinas de activistas que dedican su tiempo y dinero en favor de animales abandonados, maltratados o desahuciados; dándoles una segunda oportunidad de vida.

Hace ocho años, un día de agosto, Sandra Ferrufino Becerra, quien tenía 21 años, caminaba por la ribera del río Rocha, por el sector de La Maica, cuando escuchó un maullido que surgía cerca del muro de contención de piedra. Se acercó y divisó a un pequeño gato que apenas se movía.

Sin pensarlo mucho, bajó por el muro y se acercó a él, luego de evadir algunos promontorios de basura, uno que otro charco y de aguantar el mal olor de las aguas.

“Era un gatito plomo, no era de raza, más bien era callejerito. Era un cachorro de pocas semanas de vida. Lo acaricié y sentí que su cuerpo estaba frío y un poco entumecido, tal vez porque llevaba mucho tiempo allí”, relata Ferrufino.

Cuando quiso levantarlo, su maullido estridente la detuvo, “lo acaricié, moví y me di cuenta de que tenía una gran herida en el abdomen que estaba suturada, y que una de sus patitas estaba rota, tal vez por la caída”, afirma su rescatista. En ese momento no tuvo el corazón para abandonarlo, lo protegió con su chompa y se lo llevó.

Como la condición de salud del animalito era delicada, Sandra pidió ayuda a sus amigos y fueron ellos quienes la pusieron en contacto con Noelia Vargas Flores, quien el 2008 tenía 19 años y llevaba cinco como voluntaria independiente.

Ambas se dieron a la tarea de tratar de recuperar la salud del gatito, lo llevaron a un veterinario particular, asumieron los gastos médicos; pero todos los esfuerzos fueron en vano, murió a consecuencia de una septicemia.

Esta experiencia, junto a su gran amor por los gatos, las unió de tal manera que siguieron trabajando en beneficio de estos animales. Con el tiempo llegaron dar en adopción a 80 felinos.

Varios jóvenes se enteraron de su trabajo y decidieron apoyarlas, llegando a conformar una agrupación de voluntarios rescatistas y de rehabilitación

de gatitos llamada “NEKO”, que en japonés significa gato.

Esta no es una historia casual, al contrario, es uno de los muchos relatos que se escuchan entre los voluntarios, quienes después de participar en rescates, cuidar y dar en adopción a estos animales de manera individual se unen y adoptan un nombre, obligaciones y hasta normas de trabajo.

abrazando el voluntariado

De las 12 agrupaciones que trabajan en la protección de animales en desventaja, la mayoría está conformada por jóvenes de ambos sexos, entre 14 y 30 años, quienes tienen un compromiso personal y una mayor conciencia sobre la necesidad de ayudarlos.

“Al principio, los jóvenes se acercan con curiosidad y poco a poco se van involucrando en diferentes tareas y labores¨, cuenta Noelia Vargas y reconoce que “cada una de esas funciones tiene cierto grado de responsabilidad”.

En esta oportunidad, se tomó contacto con tres organizaciones de voluntarios: NEKO, buscando respeto para los gatos sin hogar; ZOOE, conciencia y respeto animal; y Ágape, amor incondicional por los animales.

NEKO tiene la misión de esterilizar y castrar a los animales que habitan en los techos, que están abandonados o viven con familias de escasos recursos.

Sandra Ferrufino explica que su programa contempla la captura, esterilización y liberación de los felinos. De esta manera, contribuyen a bajar la población de callejera.

ZOOE trata de concienciar a la población acerca de los derechos que tienen los animales, ya que son seres que experimentan dolor y sufrimiento, al igual que las personas.

“La idea no es dejar todo el trabajo a las agrupaciones que trabajan con los animales; ésta es una labor de la sociedad en su conjunto”, enfatiza Paola Miranda Ordóñez, de 35 años de edad, líder de la agrupación de rescate y ayuda ZOOE.

De igual manera, la voluntaria Jose-lyn del Castillo menciona que Ágape cuenta con tres pilares importantes: la concienciación y educación, la promoción de la esterilización y la adopción y tenencia responsable.

En todos los grupos de voluntarios hay menores de edad que tienen una participación activa y un gran compromiso con los proyectos. No obstante, para su permanencia requieren contar con la aprobación y el apoyo de sus padres porque se han dado casos en los que brindan su casa como hogar transitorio para animales rescatados y ellos deben cubrir los gastos.

También hay jóvenes que tienen más de un gato a su cuidado, comenta Sandra Ferrufino; en estos casos, reciben algún tipo de apoyo de su agrupación de voluntarios (alimentos, medicinas o ambos).

Así el voluntario solo debe cumplir con los cuidados y las atenciones básicas del animal, para recuperarlo pronto y darlo en adopción.

AYUDA TECNOLÓGICA

La economía de estos grupos es muy precaria, puesto que todo se mueve a través de donativos de los miembros. Paralelamente organizan algunas actividades de recaudación de fondos como: ventas de garaje y de souvenirs, conciertos, cenas y todo aquello que les permita generar con un poco de ingresos económicos.

“Todos hacemos tarjetas, galletas, panetones, armamos ramos de rosas y otras para poder recaudar fondos”, sostiene Joselyn del Castillo.

Ante la carencia económica, estos grupos de defensa de los animales no cuentan con una sede fija; por eso, se apoyan mucho en la red social Facebook y en la aplicación de mensajería Whastapp.

Fernanda Miranda, Viviana Jordán y Paola Miranda crearon ZOOE hace cinco años y utilizaron el Facebook para convocar a sus amigos e incentivarlos al trabajo del voluntariado.

Así llegaron a ser 40 integrantes, aunque ahora solo 20 son voluntarios activos. “Todos estamos contactados por la red, allí nos llegan los mensajes de solicitud de ayuda, denuncia o donativos”, cuenta Miranda.

Entre ellos se comunican a través de un grupo de Whatsapp, aunque sí o sí, se reúnen una vez al mes en diferentes lugares o plazuelas para coordinar sus actividades.

Por su parte, NEKO también cuenta con un grupo de Whatsapp, a través del cual su comunicación es más oportuna y su respuesta casi inmediata.

HISTORIAS CONMOVEDORAS

Las experiencias que viven los jóvenes de estas agrupaciones son intensas, porque se enfrentan a situaciones dramáticas como el caso de “Muñeco”, un perro pitbull mestizo, abandonado hasta el extremo que su piel estaba cundida de una sarna que lo dejó prácticamente sin pelaje en todo el cuerpo.

“Muñeco” fue encontrado en la calle por un voluntario de ZOOE, tenía el lomo ensangrentando, como si fuera una quemadura. Fue rescatado y recibió tratamiento especializado durante dos años consecutivos. Hace unos días, el veterinario le dio de alta y fue llevado a su nuevo hogar; su rescatista se encariñó tanto que decidió quedárselo.

Similar destino tuvo Chester, un perro chapi de ocho años, que fue atropellado en la calle y cuyos propietarios solicitaron al veterinario que le aplique la eutanasia, ya que el can no volvería a caminar.

El caso llegó a manos de Ágape, que decidió apostar por su recuperación. Luego de que Chester utilizará durante tres meses un arnés especial y se lo sometiera a sesiones de fisioterapia, volvió a caminar.

FIGURA LEGAL

Joselyn Del Castillo de Ágape comenta que la mayoría de estas agrupaciones no cuentan con personería jurídica, lo que respaldaría con mayor efectividad sus actividades.

“Es un trámite costoso y no podemos hacerlo ahora porque necesitamos ese dinero para cuidar a los animales, pero estamos comenzando a ahorrar”, sostiene la voluntaria.

En Cochabamba no existe una organización que lleve control de cuántas agrupaciones de voluntarios trabajan en la ciudad, pero se estima que llegan a la docena. Pasado un domingo, a partir de las nueve de la mañana, todas se dan cita en la Plaza de las Banderas, al final del paseo de El Prado, para promocionar la actividad de adopción de sus animales rescatados.

“Somos jóvenes que soñamos con cambios y mejoras en el comportamiento de la población respecto a los animales. Estamos seguros que vamos por buen camino”, concluye Noelia Vargas.


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