Desde hace nueve años, el Parque Safari recibe a los animales maltratados y mediante un programa de rehabilitación, éstos logran reponerse de los daños físicos y psicológicos que padecieron y son cuidados hasta el fin de sus vidas.
"Las autoridades chilenas han rescatado a estos animales que nosotros hemos recuperado acá pero que ya no se pueden liberar porque perdieron la capacidad de poder cazar y sobrevivir”, dijo Iván Sánchez, el director.
El zoo se encuentra cerca de la ciudad de Rancagua, a unos 90 kilómetros al sur de Santiago, y se extiende por 10 hectáreas de verdes planicies que han sido acondicionadas para colocar las jaulas donde se encuentran los animales y también para su reproducción.
El caso más emblemático del parque es el del león King, a quien se le amputó una de sus patas producto de una infección que sufrió luego de que le arrancaron las garras de manera negligente.
Tras ser decomisado por la Policía chilena, fue trasladado al zoológico donde logró sobrevivir, pero no pudo ser juntado con otra manada de leones, por lo que vive solitario en una jaula donde recibe la atención de los responsables del parque.
En otra jaula, dos osas se mueven como péndulos de lado a lado, un movimiento que adquirieron en un circo donde eran colocadas sobre una plancha caliente y levantaban las patas al quemarse, para que pareciera que estuviesen bailando.
También se recupera una elefanta asiática, trasladada ilegalmente desde Argentina a un circo chileno. Hoy vive en una extensa zona al aire libre y se cobija del frío nocturno en una enorme casa especialmente acondicionada.
Gansos y patos salen al paso de los visitantes que recorren, y pueden admirar a otros enjaulados como leones blancos, monos, aves y caballos Falabella.
En el parque vive una decena de leones, de los cuales seis se encuentran rehabilitados y viven en extensos espacios fuertemente cercados, con gran cantidad de vegetación y pequeños lagos donde se refrescan bajo el fuerte sol del verano austral.
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