La felicidad es algo inalcanzable para muchas personas pero lo es más para los animales, principalmente para aquellos que sufren cautiverio. El pasado sábado murió Kimba, el “león chapaco” que fue rescatado por la fundación Animal Defenders International (ADI) y que fue llevado a Denver Colorado para que habite en el “Santuario del Animal Salvaje”.
Lo mejor que queda de la historia de la que fue partícipe el pueblo tarijeño y varias organizaciones, es que Kimba fue feliz los últimos años de su vida. “Era viejo cuando lo rescataron y tuvo cuatro años maravillosos de libertad. Él incluso consiguió una compañera, se trata de una leona rescatada de un circo en México. Así que los últimos años de su vida fueron los más felices”, reportó ayer en inglés a El País eN el vicepresidente de la fundación ADI, Tim Phillips.
Pero para ser grandemente feliz, Kimba tuvo que pasar por varios tormentos. Llegó a Tarija como parte de un circo de escasos recursos en el año 2000 cuando tenía cinco o seis años de edad, recibió muchos golpes a manos de sus domadores, además de latigazos y gritos. Luego fue entregado al zoológico tarijeño “Oscar Alfaro”. Para ese entonces, ya no era golpeado pero su salvaje vida se encerró en un espacio de 10 por 7 metros con un suelo de cemento, donde caminó en ronda más de cien veces al día.
Por largas horas a pesar de sus rugidos y su inquieto caminar fue el centro de atención de los cientos de visitantes que se daban cita en el parque zoológico. Su prisión duró diez años, es decir 3.650 días de hacer lo mismo: caminar, rugir, comer un poco, dormir, caminar, rugir…
Además de su rutina, soportó los crudos inviernos tarijeños, las dolencias que le traían los años y esas miradas penetrantes de tanta gente que sólo se deleitaba con ver su desesperación. Kimba sufría y pocos se daban cuenta. Tenía infecciones crónicas en sus dientes y encías, y una catarata en el ojo izquierdo que le deterioraba día a día la visión.
El tiempo pasaba y el “león chapaco” había empezado a perder peso, a tener problemas hepáticos y a sufrir una fuerte artritis en sus extremidades. La vida de Kimba se desvanecía a través de la malla metálica de su fría jaula y ante la vista de todos, pero esos todos se seguían divirtiendo.
Sin embargo, un día salió el sol para el “león chapaco”, fue así que en noviembre de 2010 hasta principios de febrero de 2011, los voluntarios y las autoridades bolivianas, a través de ADI realizaron operativos para recuperar leones de circos. Se había rescatado a varios desde diversas poblaciones de Beni y Santa Cruz y fue cuando llegó la solicitud de Tarija.
Voluntarios de organizaciones como la Sociedad Protectora de Animales de Tarija (SPAT), Animales SOS, Amor Por los Animales de Bolivia (APLAB), la Dirección General de Biodiversidad (DGB) y el periódico EL NACIONAL empezaron a abogar por el gran felino prisionero.
Influyeron diversos factores. El Gobierno boliviano promulgó la Ley 4040, que prohíbe el funcionamiento de circos con animales en todo el territorio nacional. Los activistas de diversas organizaciones defensoras de animales habían intensificado sus denuncias sobre los maltratos. Y la fundación Animal Defenders International (ADI) decidió aprovechar el nuevo marco legal para organizar el mayor rescate de felinos conocido hasta entonces: “El Arca de los Leones”.
La felicidad de Kimba
Tal vez Kimba, nunca lo hubiera esperado y tal vez creyó que una vez más era llevado para ser víctima de nuevas torturas; sin embargo no fue así. Su vida ahora estaba encaminada hacia el lugar correcto. Su último día en Tarija como impulsado por una fuerza interior el “león chapaco” no se resistió al traslado y subió serenamente por la rampa hasta el contenedor de ADI. Debía ser llevado a Santa Cruz antes de su destino final (Denver Colorado).
En ese momento una multitud de personas se dio cita en el zoológico y en toda la avenida para despedir a Kimba. Para muchos, esa fue la última vez que lo vimos. “Recuerdo a una multitud de gente aglomerada para despedir cariñosamente a Kimba. Parecía que todos en Tarija querían una nueva vida para ese viejo león”, dijo Tim Phillips.
La madrugada del día 16 de febrero de 2011, un avión DC 10 de la Fuerza Aérea Boliviana trasladó a Kimba. Viajó junto a los otros 24 felinos, hasta Denver, Colorado EEUU. Tras unas semanas de cuarentena y adaptación, Kimba fue ubicado en el refugio “The Wild Animal Sanctuary” (Santuario del Animal Salvaje), en un área de 18 hectáreas.
“Es la nueva y final etapa del león chapaco”, afirmaron en ADI, y así fue. Para ese entonces Kimba ya tenía 18 años, se había vuelto mucho más lento, amaba rugir hacia sus vecinos de la casa de los leones para recordarles que él era aún el jefe. Y lo mejor de todo es que en ese lugar encontró a India, una joven leona también criada en solitario.
Adiós al Rey “león chapaco”
La historia de dolor y de lucha terminó con un final feliz. Kimba se fue de Tarija con toda la elegancia que caracteriza a un Rey, gozó en los últimos años de 18 hectáreas de campo. Ahí, más de una vez en las tardes de verano desapareció en medio de los altos pastos y la alfombra de flores.
Volvió a formar parte de una manada, se sintió nuevamente el Rey, se olvidó por un tiempo de sus cansados años, se enamoró como nunca lo había hecho, se sentó a mirar el horizonte por largas horas y reemplazó el recuerdo del circo, de los látigos en su piel, de las impasibles miradas y de ese verdugo piso de cemento, por una gran felicidad que le invadió el alma.
Ahora nos toca despedirnos..., adiós Kimba, la lucha valió la pena. Adiós al Rey “león chapaco”.
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