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lunes, 25 de febrero de 2013

¿Puedo besar a mi perrito?

‘¡No dejes que te lama!’, suelen advertir las mamás cuando nuestro perro se acerca con su amenazante lengua hacia nuestro rostro. Se puede decir que ellas tienen y no tienen razón para exclamar eso. Según explica el veterinario Miguel Quisbert, “si se es cuidadoso con las desparasitaciones y las vacunas, no hay nada que temer”.

Bacterias, bichos o parásitos pueden ser traspasados del can a su amo con una lamida, pero esto en casos en los cuales los animales no estén bien cuidados.

Aspectos importantes

“Mi perro come lo que yo como, no me importa tomar del mismo vaso o comer del mismo plato porque él es más sano que yo”, dice Alejandro Guerrero, que vive con su pastor alemán César, que es revisado de patas a cabeza cada mes por su veterinario. “El can se vuelve parte de la familia y algunas personas ya no lo ven como perro, sino como un hijo, lo que no está mal; es la relación que se desarrolla entre ambos. Como resultado, el perro demuestra su afecto con lamidas”, indica Quisbert.

Estas mascotas deben ser desparasitadas cada tres meses y dos veces al año tienen que recibir las vacunas octovalente y antirrábica. “Si quieres besar a tu perro, debes ser cuidadoso con él”, asegura.

Por naturaleza, los perros se lamen el anito y las patas, actos normales en ellos y por eso se debe tener mucho cuidado cuando se trata de su salud. “Algunos perritos tienen sarnas en la piel y estas pueden ser contagiadas a los humanos con la lamida, por ello ser cuidadosos con su aseo también es primordial”, manifiesta Quisbert.

En esta época que es húmeda por las lluvias, es conveniente bañar a los perros cada 21 días para evitar que la piel se reseque, de lo contrario botará pelos. Pero ningún cuidado está por demás y más si quieres evitar problemas con parásitos que puede estar alojando en su cuerpo.

Tranquilidad

“Es un perro que no tiene ‘accidentes’. No molesta. No ladra. Es tan callado y calmado que alguien alguna vez me ha preguntado si lo había entrenado con Valium”, cuenta su dueña, Marisabel Villagómez.

Cambio

“Cuando la gente se sienta a cenar, o se expande en la charla, se hecha a mis pies y deja que uno se olvide de que está ahí. En el campo, todo cambia. Corre como cazador. Busca presas. Apunta con la pata”.

Ferocidad

“En el campo, es una bestia feroz y el resto de nosotros tenemos que aguantarlo. Concluyo que él ha determinado este canje de personalidad como paga por cumplir con mis disposiciones urbanas”, cuenta.

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