Es tan famoso como Rin Tin Tin aunque de orígenes muy distintos. Aquél era un pastor alemán estrella de Hollywood de la primera mitad del siglo XX. En cambio éste no tiene una raza definida, no preserva los cuidados del célebre perro estadounidense y seguramente el paso del tiempo lo devolverá a sus orígenes mundanales. Pero sin duda quedará grabado en la memoria colectiva del pueblo potosino que, desde que lo vio sumarse a las movilizaciones de su Comité Cívico (Comcipo), lo ha elevado a la categoría de héroe departamental. Lo reconocen al pasar y le demuestran su cariño alcanzándole comida, acariciándolo y tomándose fotos junto a él. Prácticamente ha sido adoptado por los habitantes de la Villa Imperial pasando a ser uno de sus singulares personajes en una ciudad lecho de leyendas y mitos.
Su novela comenzó hace algo más de dos meses, cuando este can apareció por primera vez junto a los marchistas que cruzaban el duro altiplano hacia La Paz. Eran cerca de 500 personas reunidas para exigir que el Gobierno atienda un pliego petitorio de 26 puntos, entre los que se destacan la construcción de un aeropuerto en Pampas de Lequezana, un hospital de segundo nivel en Llallagua, una fábrica de cemento en Coroma y de cal en Cayara, como así también la preservación del Cerro Rico. Y el perro parecía un protestante más. Carlos Roncal, periodista de Televisión Universitaria de Potosí y quien siguió la movilización de principio a fin, cuenta que se percataron de su presencia por primera vez en una población cercana a El Alto, previo ingreso a la sede de gobierno. “Aparecía cuando había mucha gente y reventaban los petardos, y luego desaparecía”. En un principio pasaba inadvertido, “nadie lo tomaba en cuenta”.
No obstante, su vida de perro cambió completamente durante las primeras movilizaciones de los cívicos potosinos por el centro de la hoyada paceña, cuando un carro Neptuno (vehículo policial blindado que lanza potentes chorros de agua), cumplía las labores de represión. Durante estas acciones, uno de esos disparos alcanzó al cachorro que voló varios metros. Al día siguiente, Facebook se llenó de memes que mostraban el instante en que el animal era lanzado por el aire sin más culpa que la de reaccionar con ladridos a aquellos que hacían uso de sus fuerzas. Entonces, la sociedad empezó a mostrar simpatía por el desconocido sabueso. Días después, en otra belicosa marcha, la popularidad del perro subió otro nivel. Enrique Gutiérrez, miembro del colectivo de voluntarios cívicos Alonso de Ibáñez, quien cuida a la mascota actualmente en Potosí, recuerda que era cerca de las tres de la tarde cuando un grupo de estudiantes de la universidad Tomás Frías y efectivos policiales se enfrentaron en el corazón paceño.
Uno de los movilizados lanzó una dinamita encendida hacia las fuerzas del orden, el animal corrió hacia ésta y la atrapó con el hocico. “Al ver que tomó el explosivo, nosotros retrocedimos, pensando que el perro podía volar en mil pedazos”. Para su suerte, se había desprendido la mecha y en cuanto se dieron cuenta de que el chucho estaba intacto, lo fueron a rescatar, “porque sangraba de su boca”. Carlos comenta que en aquel momento lo llamaban Lucho, pero luego lo rebautizaron como Petardo “porque cada vez que los encienden, él corre para tratar de morderlos”. Cuando escucha algún explosivo se desespera, porque quiere ir tras él”, confirma Enrique.
Días después, representantes del Ejecutivo y dirigentes cívicos de Potosí se reunieron en oficinas del Ministerio de Gobierno, pero las negociaciones se rompieron a los pocos minutos y comenzó nuevamente el enfrentamiento en cercanías del Puente de las Américas. “Más de 100 efectivos bajaron de los buses. Como nos disparaban gases lacrimógenos desde los techos, Petardo se escapó y no sabíamos hacia dónde”, relata Enrique.
La mascota se había extraviado y los marchistas iniciaron una intensa búsqueda. En esa misión lo confundieron con otro perro callejero al que adoptaron hasta que se dieron cuenta de que no era el susodicho, lo volvieron a buscar y Carlos, el periodista sensibilizado con la causa potosina y su manifestante canino, dio con él en la plaza Abaroa. Pero un nuevo descuido hizo que Petardo fugara otra vez.
Desilusionados, los dirigentes de Comcipo, tras su lucha fallida al no haber obtenido nada del Gobierno, decidieron retornar a Potosí. Entonces, los universitarios aprovecharon sus últimas horas en La Paz para intentar hallar a Petardo, pues sabían que los vecinos de la Villa Imperial querían ver al perro que se había enfrentado con la Policía y que parecía congeniar con las causas del departamento.
Para fortuna encontraron al can y no lo dejaron ir más. De esta manera, el jueves 30 de julio, Petardo, los estudiantes y dirigentes de Comcipo arribaron a la capital potosina rodeados por una muchedumbre que les recibió con vítores desde los balcones de sus calles estrechas.
En aquel recorrido, Petardo se encontraba en principio dentro del bus, pero la gente exigía su presencia a la vista de todos, así que lo subieron sobre el techo del vehículo para que lo aprecien todos. “No hemos llegado con el objetivo que queríamos, pero hemos unido a nuestro departamento”, afirmó orgulloso Enrique en el festejado arribo a su ciudad.
Potosino soy
Hoy, Petardo vive en la casa de Enrique, zona Villa Santiago de la ciudad de Potosí. Y es una de las celebridades en aquella legendaria metrópoli que en su momento fue la más poblada del mundo. La gente lo saluda, le invita de comer como hace siempre que puede el fotógrafo de la plaza 10 de Noviembre, la principal de aquella fría urbe. “Petardo es un ícono de la lucha del departamento de Potosí, estuvo acompañando todas las movilizaciones que encaró el Comité Cívico, en las marchas por las calles y en el paro del 16 de septiembre”, expresa Marco Pamuri, vicepresidente de Comcipo, donde el perro entra con toda confianza para echarse sobre uno de los sillones de cuero negro.
“Es muy sociable, en especial con los niños, pero se enoja cuando se acercan otros perros”, señala Enrique, quien además dice que la nueva dieta de “Petardito” es comida balanceada producto de donaciones. “También se enoja cuando observa a una persona que tenga bastón. Yo creo que en su infancia le han debido golpear”.
Petardo continúa en “actividad política”. Hace algunos días fue parte de una campaña, pues ha viajado junto con el colectivo Alonso de Ibáñez a los municipios de Belén, Tres Cruces, Palca, Callara, Santa Lucía, Betanzos y Chaquí, por el No al Estatuto Autonómico. Asimismo, el can es la imagen de una cruzada para dar hogar a “muchos otros Petardos”, con la idea de unir a las organizaciones protectoras de animales para que se trabaje en la adopción de perros callejeros.
Y también le andan buscando “novia”. “Todavía no hay pretendientes, estamos pensando; pero de aquí a un tiempito ya va a tener sus crías que van a ser las más apetecidas por todos para ser adoptadas”, sostiene Enrique. El centro de atención sigue siendo el personaje canino que se pasea ataviado con una capa de tela polar con los tonos de la bandera potosina y una correa también albirroja. Los colores de la que ahora es su ciudad.