No cualquier perro puede convertirse en animal de asistencia, ya que se requieren ciertas características psicológicas y de comportamiento, que son características de algunas razas como el Labrador, Golden Retriever y el Pastor Alemán, cuando hablamos de perros guía.
En todo caso, canes de otras razas o de origen mezclado que demuestren tener lo que se necesita, también pueden ser entrenados. El perro de asistencia, también responde al uso que se le va a dar: para discapacidades motoras, se requiere un perro de tamaño más grande, y, quienes tienen problemas de audición o visión, requieren uno de tamaño medio y por sobre todo con buen oído y olfato.
En caso de discapacidades emocionales, los perros de tamaño más pequeño funcionan mejor.
Una vez que pasa la primera etapa de cachorro, en la que se les enseña a controlar su comportamiento, se selecciona a aquellos perros que han demostrado tener las cualidades que le permitirán dar asistencia a las personas, ya sean niños y adultos con discapacidades físicas o mentales.
En las primeras fases de entrenamiento, el perro adquiere costumbres básicas que le permiten no ser un trabajo extra para la persona: por ejemplo, hacer sus necesidades solo en lugares muy específicos y cuando se les permite, seguir órdenes de manera rápida y eficiente y comportarse en público. Asimismo, además de enseñarles a ayudar, se les educa para no estorbar. No por nada los animales de servicio toman cierta posición al lado, delante o cierta cantidad de pasos atrás de su dueño.
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