El viaje comienza a finales de septiembre cuando abandonan sus zonas de cría y recorren unos 200 kilómetros diarios durante unas cuatro semanas hasta llegar al África subsahariana con paradas de hasta varias semanas en un lugar intermedio. Finalmente se refugian en países como Guinea, Mali, Mauritania, Níger o Nigeria muy lejos de sus nidos y donde pasan el invierno en un clima más templado.
Suelen construir sus nidos en las horquillas de los árboles o pegado al tronco, lo tapizan con ramas verdes y la puesta consta principalmente de dos huevos.
Por otra parte, se alimentan de la caza, sus principales presas son otras aves más pequeñas, reptiles como el lagarto ocelado y mamíferos, principalmente conejos.
A finales de marzo cuando parece que los rayos del sol vuelven a brillar con más fuerza abandonan las zonas de invernada en África y tras un viaje de un mes regresan a sus casas en España.
La migración primaveral de regreso es más lenta que su migración otoñal dado que realizan rutas occidentales. El invierno siguiente migran de nuevo a las mismas zonas de África y así año tras año.
Estas aves planeadoras no pueden volar grandes distancias sobre mar abierto por lo que la única forma de saltar del continente europeo al africano es volando por el estrecho de Gibraltar. De forma muy inteligente buscan lugares de paso en zonas que impliquen cortas distancia de vuelo sobre el mar. Y no todas lo consiguen.
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