Del mismo modo que los humanos, las mascotas pueden llegar a cubrir las necesidades sociales de una persona, sobre todo en mayores y niños, pues demuestran así su responsabilidad con ellos al ser capaces de cuidarlos. Esta es, al menos, la opinión de Ferrán Abelló, CEO en Petclic, empresa experta en animales de compañía. «En el caso de los niños, los animales los ayudan a potenciar aquellas capacidades que aumentan su inteligencia emocional, como son la compasión, la comprensión de la muerte o la autoestima», asegura.
Según este profesional, aquellos niños en edades comprendidas entre los 0 y los 7 años desarrollan diferentes inteligencias cuando conviven con sus mascotas. «Porque, dejando de lado la compañía que tanto un perro como un gato o un conejo, entre otros, hacen, las mascotas marcan una rutina, obligan a tener una responsabilidad con ellas y ayudan a los más pequeños a relacionarse cuando están pasando por un mal momento, les cuesta abrirse a los demás o cuando piensan que los mayores no les entienden».
Estas situaciones, prosigue Abelló, hacen que la inteligencia emocional se desenvuelva en varias de sus formas. «En el momento en que un niño debe cuidar y alimentar a su mascota el sentimiento de compasión aparece en este vínculo, haciendo que el pequeño entienda la relación de dependencia que se produce entre su mascota y él, que posteriormente la asociará en su entorno social por el mecanismo de repetición, memoria y entendimiento».
Según datos recogidos por Petclic, niños entre tres y seis años con mascotas empatizan más con otros seres humanos y animales que los que no tienen. «Cabe destacar al mismo tiempo que un adecuado descanso, actividad física, la convivencia con la familia y una buena alimentación con productos de alta calidad prolongan mucho más tiempo ese vínculo y la buena salud de cualquier animal», añade este CEO. «El sentimiento de autorrealización también está presente cuando les mandan alguna tarea a realizar para su mascota, como darle una golosina, llenarle el bebedero o sacarle a pasear. En este punto, el niño se siente realizado y se refuerza su autoestima», concluye.
Situaciones de estrés
Las mascotas también juegan un papel fundamental en el desarrollo cognitivo y en las situaciones de estrés. Por ejemplo, apunta Ferrán, «cuando los niños juegan con sus animales, les hablan o incluso les leen, la capacidad verbal va en aumento, ya que la mascota actúa como receptor ante órdenes, consejos o historias que los mismos niños se inventan».
A su juicio, en este sentido, «las mascotas también los ayudan a relajarse y a combatir el estrés que les pueda producir situaciones negativas en las que se puedan encontrar a su edad: no poder salir al parque, no poder jugar con un juguete en un momento determinado o no poder ver la tele en cualquier momento. En esos casos, los animales disminuyen la tensión del momento, los calman y los oyen cuando están enfadados, sin ser juzgados, ordenados o castigados».
Por último, uno los factores clave en el desarrollo de la inteligencia de los pequeños es, finaliza Abelló, la comprensión del ciclo de vida y, con ello, la muerte. «Entender este procedimiento es menos complicado para los más pequeños y más fácil de explicar para los padres: el modo en que se le explique al hijo este hecho condicionará la manera de comprenderlo en el futuro».
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