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domingo, 24 de julio de 2011

Las ranas gigantes del lago

La extensión territorial de Bolivia representa apenas el 0,2 por ciento de la superficie terrestre mundial y en este reducido espacio se encuentra entre el 35 y 45 por ciento de la diversidad biológica del planeta.

Es decir que Bolivia es uno de los países más ricos en biodiversidad y muchas de las especies son endémicas y por lo tanto únicas en el mundo; pero debido a factores externos están desapareciendo de su hábitat natural. Una situación que está despertando el interés de la colectividad para su preservación.

Arturo Muñoz -responsable de “Iniciativa de Anfibios de Bolivia”- afirma que el país cuenta con una amplia diversidad de anfibios, muchos de ellos endémicos, los que se ubican dentro un radio muy restringido de hábitat.

“Se pueden encontrar anfibios desde los lugares más altos, a más de cinco mil metros sobre el nivel del mar, y en tierras bajas y en lugares tan húmedos como los Yungas, hasta los rincones más secos, como el Chaco”, asegura Murillo.

Esta situación y los factores externos los convierte en una especie muy vulnerable a los cambios ambientales y con un alto índice de riesgo o peligro de extinción.

LA GIGANTE DEL LAGO

Este es el caso de la rana del Titicaca cuyo nombre científico es Telmatobius culeus, también conocido por algunos habitantes de la zona con el nombre de la “rana gigante”.

Esta especie vive en el lago Titicaca a 3.812 metros de altura sobre el nivel del mar, en un terreno compartido entre Perú y Bolivia. Ésta es una rana muy especial, pues para empezar se puede decir que aunque es un anfibio, ésta es estrictamente acuática y como nunca sale del agua, pues posee pulmones atrofiados o muy pequeños porque todos sus intercambios respiratorios los realiza a través de la piel.

Y por eso Telmatobius culeus tiene la piel llena de pliegues, lo que le permite el intercambio de gases. De esta manera compensa la baja disponibilidad ambiental de oxígeno. Además, que esta rana mueve esos pliegues para generar corrientes de agua que renueven el medio respiratorio y así logra que la concentración de oxígeno del entorno no reduzca en exceso.

A principios de la década de 1970 la expedición dirigida por Jacques Yves Cousteau afirmó la presencia de especies de hasta 50 centímetros de largo, con un peso de un kilogramo.

Esto las convertiría en las ranas acuáticas más grandes del mundo; aunque en la actualidad ya no se encuentra un especimen de este tipo. A la fecha Muñoz afirma que las ranas más grandes que encontró en el lago miden entre 25 y 27 centímetros, pero en una escasa proporción.

Esta especie presenta una coloración variada, del verde oliva con vientres de color gris a negro, con manchas en la espalda. Esta rana resiste la presión de vivir en un ambiente donde la temperatura baja hasta siete grados centígrados, puede quedarse horas sumergida y se alimenta de ispis, insectos y larvas.

Se sabe que este es un batracio longevo porque su ciclo de vida alcanza los 15 años, pero no obstante tiene un alto índice de mortalidad, situación por la que se encuentra entre las especies endémicas de mayor riesgo.

Arturo Muñoz asegura que existen investigaciones que registran declinaciones y desapariciones de especies de anfibios en varias partes del mundo, un fenómeno que se repite en Bolivia y que está promoviendo su investigación.

De acuerdo a las investigaciones locales presentadas se cree que este fenómeno se debe a la pérdida y degradación del hábitat de las ranas, asociada a la contaminación, cambio climático, además de las nuevas especies introducidas, aumento de la radiación UV-B y sobretodo la enfermedad de hongo quítrido, que es mortal para los anfibios porque contamina la piel y no pueden respirar.



LAS RANAS BOLIVIANAS

Debido a esta alarmante disminución es que instituciones e investigadores del mundo desarrollaron un plan de emergencia llamado “Plan de Acción para la Conservación de los Anfibios (ACAP)”, el cual apoya la investigación y conservación de los anfibios a nivel mundial.

El proyecto Iniciativa Anfibios de Bolivia, a cargo de Arturo Muñoz, está estudiando los patrones de distribución de los anfibios en el país, con lo cual están priorizando zonas y especies de anfibios importantes para la conservación.

Su coordinador afirma que actualmente el proyecto trabaja con “Telmatobius hintoni”, la cual se encuentra en la ciudad de Cochabamba, en las torrenteras, una especie que está en la lista de amenazadas.

Asimismo “Telmatobius simonsi”, que se ubica en los alrededores de la ciudad de Sucre está catalogada como una especie “casi amenazada”; “Telmatobius marmoratus” presente en varias zonas de Bolivia, en especial el sur, también es vulnerable. Y finalmente “Telmatobius culeus”, una especie críticamente amenazada.

Según Muñoz el proyecto está visto de manera integral, ya que los científicos no sólo se encargan de la promoción de la investigación de las especies como tal sino también de la educación, la capacitación de los comunarios para la protección de la especie y para finalizar en la cría en cautiverio, con el objetivo de repoblar su hábitat natural.

Equipo local de trabajo

A la fecha este proyecto está realizando sus primeros intentos de crianza en cautiverio en los laboratorios ubicados en las instalaciones del Museo D’Orbigny.

Patricia Mendoza Miranda, asistente del proyecto, afirma que a la fecha, luego de tres años de trabajo incesante, el laboratorio ya cuenta con ambientes específicos para el seguimiento de las ranas del lago en cautiverio.

Actualmente el programa tiene dos laboratorios instalados, uno al medio ambiente local y otro dentro de un contenedor para las ranas gigantes, el cual está aclimatado a más o menos ocho grados de temperatura; pero esto varía de acuerdo a la temporada climatológica en que se encuentra.

“El objetivo es tratar de recrear las condiciones naturales de su hábitat, incluso se modifica la composición del agua para que ésta se asemeje a la del lago”, relata Mendoza. Dentro de poco también se instalará una cámara de esterilización para ingresar a este contenedor y así evitar la posibilidad de contaminar el ambiente y trabajar con los niveles de bioseguridad necesarios.

En cada uno de estos laboratorios se cuenta con varias ranas de estudio. “A la fecha contamos con cinco batracios del lago Titicaca, a los que se les sigue un estricto control de alimentación, crecimiento y comportamiento; de esta manera aprender sobre su forma de vida natural y se cree que estos ejemplares podrían ingresar en fase de reproducción este año”, asegura Patricia Mendoza.

Capacitación y educación

Arturo Muñoz asegura que una parte importante del proyecto es la capacitación en el trabajo de monitoreo de anfibios; una labor que se realiza con los estudiantes, biólogos jóvenes, tesistas, guardaparques y la gente de la comunidad; es decir los habitantes del lago, para que sean ellos los que a futuro se encarguen de velar por el bienestar de la rana y que no permitan su extracción para fines y usos medicinales, culturales y rituales.

Nelzon Paye, oriundo del lago Titicaca, con algo más de 17 años, trabaja con los científicos para aprender de ellos y poder transmitir esa información a los habitantes de su comunidad. Todos los días Paye se encarga de las actividades de cuidado, alimentación y limpieza de los acuarios.

Siguiente paso

Este proyecto se encuentra en la fase inicial y sólo se podrá hablar de éxito luego de 15 años, cuando incluso se vea la posibilidad de repoblar las especies del lago.

“La comunidad está tomando conciencia de la particularidad de la especie que tienen en la zona y lo están viendo como una forma de atraer el turismo ecológico y así también protegerlos”, afirmó Muñoz.


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