“Me encanta ser guardafauna. Ellos (las aves) son como mis hijos. Cada día tengo que ver su comportamiento. Yo les hablo y les regaño si se portan mal”, cuenta Herminia Flores, una de las dos guardafaunas mujeres del zoo, mientras llama a Steven, el lorito más viejo del aviario, a quien le tiene un gran cariño pues es cieguito y ya no vuela.
Hermi, como la llaman sus compañeros, cumple esta labor hace cuatro años. Hoy está encargada del área siete, que corresponde a las aves. A su cuidado tiene a más de 41 individuos de 10 especies, entre loros, parabas y águilas.
Todos los días, 11 guardafaunas cumplen un trabajo arduo y peligroso custodiando las nueve áreas (entre mamíferos, reptiles y aves) con las que cuenta el zoológico. Muchas veces la labor es riesgosa, sobre todo cuando deben ingresar en las jaulas de felinos y osos para alimentarlos y realizar labores de limpieza.
“Este equipo operativo se encarga directamente del cuidado de los animales en seguridad, comportamiento, limpieza y alimentación. En sí, como lo dice su nombre, es la atención al animal”, señala el jefe de la Unidad de Conservación y Manejo de Fauna del zoológico, Fidel Fernández.
La jornada
Antes de iniciar su jornada, los guardafaunas del zoológico deben preparar y proverse de un equipo de protección personal: overol, sombrero, zapatos especiales, barbijos, guantes de látex, además de un handy y un cuaderno de anotaciones.
A las 8:20 inician una ronda para supervisar el estado de los animales y “el conteo de todos; si están bien, si se han caído o si dejaron sobras de comida”, comenta Flores.
Luego se dedican al aseo de los ambientes. Con una escoba y un basurero en las manos, ingresan a cada sector para efectuar la limpieza general. Antes de realizar esta tarea, los funcionarios deben pisar cal para esterilizarse y prevenir la transmisión de enfermedades zoonóticas.
Entre las 10 y las 11 de la mañana realizan la distribución de alimentos. Flores cuenta que las aves “chillan” desde las diez de la mañana esperando su comida, que es supervisada por el nutricionista. “Se las alimenta con fruta de temporada, girasol, frangollo y pan integral remojado con leche”, comenta.
En el caso del área de riesgo (madrigueras de felinos y osos), el aseo y la alimentación están supervisados por un guardafauna y un veterinario. “En la sección de felinos hacemos que los animales entren en sus madrigueras y los encerramos con candados”, señala Iván Rodríguez, veterinario encargado de mamíferos.
Después entran a limpiar los ambientes y para alimentarlos portan un implemento de seguridad. “Jalamos las puertas corredizas de cada ambiente y uno por uno salen a recibir su ración, que es tres a cuatro kilos de carne por cabeza”.
1.000
metros cuadrados tiene el domo de los cóndores del zoo de Mallasa, que cumple normas internacionales.
A las 11:15 todos los funcionarios se reúnen para coordinar trabajos de mantenimiento en las áreas que lo necesitan; por ejemplo, cortar ramas o césped, pero estas funciones suelen interrumpirse cuando hay algún animal enfermo, lastimado o si hay algún alumbramiento, pues deben hacer el seguimiento por instrucciones de la bióloga.
Después del almuerzo deben continuar con esta actividad hasta las cuatro de la tarde, que es cuando acaba la jornada laboral.
Antes de salir de los ambientes, el guardafauna debe asegurarse de cerrar las rejas con candados.
Temor y concentración
“Tienes que estar seguro de lo que estás haciendo y no distraerte”, afirma Martín Surco, de 23 años, guardafauna del área de felinos: leones, pumas y jaguares. Asimismo, confiesa que r no le gusta permanecer mucho tiempo en las fosas, pues los jaguares hacen tambalear las puertas y teme que cualquier momento las abran.
“Intento dejar el miedo atrás”, confiesa mientras reparte el alimento al área de los tres jaguares del zoo.
Surco dice que el mejor recurso para interactuar con los animales es llamarlos por sus nombres, tal como lo hace con Balú, un león macho que, según Martín, se ganó su cariño, ya que le obedece.
“Cada día es una aventura nueva, me encantan los animalitos y la naturaleza”, comenta doña Herminia, quien admite que su trabajo le fascina, aunque sea una preocupación para sus hijos.
“Cuando traje a mi hijo Rafael (10) al zoológico, recién comprendió el cariño que le tengo a mi trabajo, por la interacción con la naturaleza”, relata.
“Me quedo como guardafauna porque me gusta tratar a los animales. Es un área interesante para conocer y aprender más de los felinos”, señala por su parte Surco, quien además estudia música y es amante de la guitarra.
La función que cumplen los guardafaunas es importante. “Ellos son los que cuidan a los animales, analizan y reportan su comportamiento. Sin su colaboración no se puede hacer nada”, señala el veterinario del zoo de Mallasa.
Atención profesional
Competencias • El zoológico Vesty Pakos se concentra en la capacitación del personal, infraestructura necesaria para la atención médica de la fauna, control de alimentación y un manejo sanitario completo.
Empleados En el zoo hay 11 guardafaunas que velan por el bienestar de todos los animales. Trabajan en las nueve áreas en las que se divide el zoológico.
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