Es el dinero fácil que termina en las arcas de sangrientas milicias y también ejércitos regulares, alimentando el tráfico de armas y los conflictos.
El New York Times dedicó un largo artículo a la cuestión, documentando cómo las huellas de los cazadores -cada vez más aguerridos y militarizados- llegan hasta el tristemente célebre Ejército de Resistencia del Señor (LRA) de Joseph Kony, que se ocupa en la República Centroafricana.
También a los shabab de Somalia, que se inspiran en Al Qaeda, y a las milicias árabes Janjaweed, responsables de los episodios más cruentos en la región occidental sudanesa de Darfur. Pero también a los ejércitos congoleños, ugandeses y de Sur Sudán.
El incremento del tráfico es tal que también la gente “común” se involucra en la masacre, considerando que en varios países africanos un solo colmillo de un elefante adulto puede llegar a valer hasta diez veces un salario promedio anual.
En 2011 se secuestraron en todo el mundo 38,8 toneladas de marfil, es decir los colmillos de más de 4.000 elefantes muertos.
Es un récord, pero probablemente una mínima parte respecto a lo que contrabandea el crimen organizado a través de las frágiles fronteras de los países en conflicto o gracias a funcionarios corruptos en los países de las regiones subsaharianas.
Gran parte del marfil, hasta un 70% según los expertos, termina en China, donde el mercado absorbió durante siglos toneladas de preciados colmillos de elefantes para realizar esculturas, palitos para comer, señaladores, tazas, peines, prendedores y otros objetos.
Pero ahora más que nunca, gracias al crecimiento económico, los chinos se lo pueden permitir, y en las calles de Beijing los precios -gracias al aumento de la demanda- llegan a los 2.000 dólares el kilo. Sólo el año pasado, más de 150 ciudadanos chinos fueron detenidos en África por tráfico de marfil.
La cuestión preocupa a muchos expertos, que ven la supervivencia de la especie en peligro. Las masacres masivas, aseguran, son semejantes o peores a las ocurridas en la década de los años 80, cuando los cazadores furtivos eliminaron más de la mitad de los elefantes africanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario