Para resistir a las implacables pirañas, el arapaima, un gran pez del Amazonas, está dotado de un chaleco antidientes compuesto, a la vez duro en el exterior y flexible en el interior, reveló un análisis con rayos X realizado por investigadores.
Según el estudio publicado este martes por una revista científica británica, "las escamas del Arapaima gigas actúan como una armadura natural a varios niveles de defensa", una "estructura única" que no tiene nada que envidiarle a los chalecos antibalas de militares y policías.
Una "estructura sofisticada" a base de "elementos biológicos simples" es el secreto del blindaje tan eficaz del arapaima, explican los investigadores. El primer nivel de defensa de las escamas es su superficie de solo medio milímetro de espesor pero rica en minerales y muy dura, capaz de impedir la penetración de los dientes de los predadores acuáticos, llegando incluso a veces a quebrarlos.
Justo por debajo hay una segunda capa más flexible, dos veces más gruesa, compuesta de láminas de colágeno (una proteína) orientadas en direcciones distintas y capaces de alinearse en función de la presión a la que son sometidas.
El resultado es que el impacto de las mandíbulas de las pirañas se amortigua y se reparte en una gran superficie, lo cual impide que el blindaje exterior se rompa.
Es una versión natural pero más perfeccionada del acolchado que se ponía por debajo de la cota de malla en las armaduras de los caballeros medievales. Y para perfeccionar aún más el dispositivo, las escamas del animal se superponen de tal forma que transmiten la energía a la capa inferior, explica el informe publicado el martes por la revista británica Nature Communications. Más conocido en Brasil bajo el nombre de "pirarucu" o "pirosca", el Arapaima gigas es uno de los peces de agua dulce más grandes, con especímenes que pesan más de 200 kg y miden tres a cuatro metros de largo.
Si las escamas lo protegen contra las pirañas y otros predadores naturales, resultan de menor utilidad contra el más temible de todos, el ser humano, que lo pesca intensamente por su carne.
Pescado abundantemente en el siglo XIX, este pez es actualmente una especie amenazada de extinción.
A pesar de las medidas de preservación, muchos científicos estiman que para salvar la especie es necesario instaurar una actividad de cría capaz de abastecer a los mercados.
Carnívoro, el arapaima crece rápidamente, hasta 10 kilos por año, y soporta condiciones de cría intensiva gracias a su facultad para respirar el aire atmosférico, lo cual le permite vivir en entornos mal oxigenados.
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