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jueves, 6 de febrero de 2014

Alegra la vejez de tu mimado



El tiempo pasa y tu mimado se aproxima al ocaso de su vida. El cachorro que antaño te recibía alegremente cuando llegabas a casa, quizá hoy apenas levanta la cabeza y mueva un poco la cola antes de volver a cerrar los ojos. La vejez de los perros puede ser un evento tranquilo o una tortura, dependiendo de cómo reacciones tú ante la situación.

“Lo principal es darle mucho amor, cuidarlo y asegurarte de que esté cómodo en sus últimos momentos. Puedes prepararle una camita más cálida en tu habitación o cerca de ella, evitarle esfuerzos y acompañarlo, una justa recompensa por los años de vida que te dedicó”, comparte Daniela Acosta, educadora de perros.

No hay un momento que defina que tu mascota ya entró a la tercera edad. La vejez de un perro está determinada por varios aspectos como el tamaño, la raza, el nivel de “pureza” de la misma o posibles enfermedades que le ataquen.

La veterinaria Ximena Córdoba explica que esta etapa comienza en los perros grandes alrededor de los siete años, mientras que en los caninos de menor tamaño es a los ocho. Sin embargo, advierte que estos son estimados, ya que el malestar puede dispararse por enfermedades o por el tipo de vida que tuvo el can.

Al igual que con la ancianidad humana, la canina requiere que el cuidado sea mayor y continuo. Las expertas instruyen que es recomendable hacer más frecuentes los exámenes veterinarios.

Córdoba considera que cada tres meses es adecuado llevar al perro donde el veterinario para asegurarnos de que se mantenga en buena salud. Otra recomendación es no forzar al animalito a seguir el mismo ritmo de ejercicio que tenía de joven.

Los paseos pueden ser largos, pero sin correteos. En la casa hay que evitar la sobreestimulación del animal, pero sin dejarlo tan tranquilo que aumente demasiado de peso. Hay que vigilar la cantidad y calidad de comida que se le da, debe ser fácil de masticar y de digerir.

Pero no todos los perros envejecen con calma. En el caso de algunas razas, los defectos endogámicos, como problemas de cadera, dolores de columna y otros, se vuelven más agudos y alargan agonías.

Sólo en caso de que el dolor amargue la vida de nuestro mimado, que quizá ya ni reconoce a su compañero de toda la vida, es que se permite mencionar la dolorosa frase de “hacerlo dormir”.

“Éste es un último recurso, recomendado cuando el perro está sufriendo demasiado y no hay tratamiento que lo solucione. Solo entonces, lo mejor es ayudarle a descansar”, recomienda Acosta.

Fuente: Ximena Córdoba, veterinaria, Daniela Acosta, educadora de perros.


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