Su pata derecha delantera sólo llega a un poco antes del codo y la izquierda un poco más allá del codo pero justo antes de la pezuña. Su pata izquierda trasera sólo tiene una garra, lo que hace que, a veces pierda el equilibrio.
Según sus dueños, que al final decidieron quedárselo, Mercury aprendió a utilizar sus patas traseras para impulsarse y poco a poco fue manejandose cada vez mejor en todo tuipo de superficies, subir escaleras, saltar al sofá... y hacer todas las cosas que hacen el resto de gatos: jugar con juguetes, con otros gatos y perros, dormir en la cama, usar su caja de arena... Mercury cree que es el rey del mundo.
Mercury no usa la pata delantera derecha, que se queda pegadita en su costado como si fuera un alita. la izquierda casi no la usa tampoco. Pero no le duele, como aseguran sus dueño en su página de Facebook a los miles de seguidores que les mandan preguntas sobre Mercury. Ni le duele ni está triste sino que "ama la vida y tiene la personalidad más curiosa".
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