La perra “Laika” (ladradora en ruso), fue capturada junto a otros canes por científicos, quienes suponían que su forma de vida callejera les había acostumbrado a condiciones extremas, y por tanto, tendrían mayores opciones de enfrentar el rigor de este particular viaje espacial experimental.
El inocente animal de unos 6 kilogramos de peso, fue sometido inmediatamente a un duro proceso de entrenamiento y adaptación. Encerrada en pequeñas jaulas que progresivamente eran reemplazadas por otra más pequeña, acostumbrándola al reducido compartimento en el que viajaría al espacio, en una rudimentaria capsula denominada Sputnik-2.
La apresurada construcción de la capsula espacial
A sólo un mes del lanzamiento del primer satélite artificial el Sputnik 1, el máximo dirigente soviético, Nikita Jruschev, expresó su deseo de conmemorar el 40.° aniversario de la Revolución con la puesta en órbita del primer cohete tripulado por un ser vivo, un arriesgado golpe propagandístico.
Improvisando sobre la marcha y con gran esfuerzo, los ingenieros desarrollaron una cápsula (el Sputnik-2). Esta disponía un arnés especial para combatir los efectos de la ingravidez, evitando que el animal empezara a flotar chocando descontroladamente contra las paredes, incorporaba dispensadores de agua y alimentos en forma de gelatina. Poseía instrumentos de medición de la radiación solar y rayos cósmicos, un sistema de generación de oxígeno y de absorción del dióxido de carbono, junto a un ventilador para mantener una optima temperatura ambiente. Para Laika se diseñó un primitivo traje espacial.
La verdad sobre el trágico final
Nunca hubo posibilidad real de que Laika sobreviviera a la misión y menos de traer al pobre animal a la Tierra, ya fuera vivo o muerto, puesto que no se había desarrollado aun tecnología adecuada para estos fines. Sin embargo, originalmente la agencia oficial de noticias TASS informó que Laika se comportaba bien y que se encontraba en calma realizando su vuelo espacial, y que en pocos días volvería al planeta descendiendo a bordo de la cápsula, con apoyo de un paracaídas.
Lo cierto es que al iniciar el viaje, la telemetría mostró que durante el lanzamiento el pulso de Laika se triplicó y estando en órbita ésta se hallaba inquieta y nerviosa, aunque ladraba y se alimentaba normalmente.
En medio del Congreso Espacial Mundial de 2002, el científico Dimitri Malashenkov del Instituto de Problemas Biológicos de Moscú informó a la audiencia que, si bien los científicos soviéticos programaron mantener con vida a Laika por unos 7 a 10 días, Laika murió luego de 5 ó 7 horas tras el inicio de la misión, el 3 de noviembre de 1957, como resultado de las altas temperaturas y el pánico (estrés) que la experiencia le produjo.
Laika sólo sobrevivió durante cuatro órbitas a la Tierra, como resultado de problemas térmicos en la cápsula. Problemas en el diseño, impidieron que la nave se separara de la última etapa del cohete y el animal tuvo que soportar una humedad y temperaturas muy altas (sobre 40 grados centígrados).
El Sputnik-2 reingresó en la atmósfera terrestre el 14 de abril de 1958, con Laika fallecida en su interior, desintegrándose totalmente
Previo al viaje espacial de Laika, muchos científicos sostenían que los humanos no sobrevivirían a la extraordinaria aceleración del cohete o a las hostiles condiciones del espacio exterior, por ello, los animales de laboratorio, perros en el caso soviético, primates en el caso norteamericano, fueron los pioneros que cimentaron el camino a las misiones tripuladas por humanos.
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