Tiempo después, ese recuerdo queda impregnado en la memoria de los gatos de forma excepcional y aunque nada de lo que amasen nuevamente les va a dar la leche de su mamá, como si se tratara de la magdalena de Proust, toda esa alegría vuelve en forma de recuerdo.
Hay quienes sugieren que este particular comportamiento en los gatos es el resultado de una herencia biológica. Se dice que, al ser los gatos una forma evolucionada de otras especies de felinos mucho más grandes y salvajes, estas criaturas han heredado una forma de utilizar sus patas para aferrarse al follaje y al complicado terreno de los lugares que sus antepasados habitaban.
TERRITORIO
Todos tenemos un lugar particular del sofá o una silla muy cómoda en particular que no queremos que nos ocupen, con los gatos pasa lo mismo. En las patas, los gatos poseen algunas glándulas especiales que desprenden feromonas cuando quieren marcar su territorio, entonces cuando un gato quiere advertir que tal o cual cojín o sitio del sofá es suyo, realiza lo que hoy estamos llamando "el amasar de los gatos", liberando así esas feromonas. Por otra parte, a veces simplemente quieren estar cómodos y si una manta o un almohadón está desacomodado, intentan acomodarlo amasando con sus patas, así de fácil.
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