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martes, 30 de octubre de 2012

El cóndor andino: leyendas y verdades

Amanece en la Quebrada de los Cóndores, La Rioja. El cielo se muestra limpio y claro, escoltando el sendero que me conduciría hasta el mirador de las Higueritas, desde donde es posible avistar al amo y señor de la cordillera: El cóndor. Allí me esperaba su imponente belleza y un relato sobre su vida y su muerte. Tras caminar cuatro kilómetros en medio de un tranquilo paisaje rural, llego a un puñado de rocas que saben convertirse en butacas con vistas a las sierras. Es el momento de esperar por los cóndores.
Sin mayores preámbulos, se alzan en su vuelo por sobre los árboles y sólo queda contemplarlos. Planean de manera armoniosa y delicada mientras el tiempo se escurre bajo el sol del mediodía. Juan de la Vega, guía y habitante de la Sierras de los Quinteros, comienza a relatar algunas curiosidades y datos referidos a esta especie. De todo lo comentado, hubo algo que queda aún presente en mi cabeza…
El cóndor es una de las aves más grandes del mundo y un icono natural de la Cordillera de los Andes. El despliegue de sus alas puede alcanzar una extensión total de tres metros, lo cual lo dota de un vuelo delicado y suave. En el azul de un cielo diáfano, la silueta del cóndor parece pintada, eterna. Pero lamentablemente no lo es.
Los cóndores, como el resto de las aves, también mueren, pero no lo hacen de cualquier manera. Cuando comienza a sentirse debilitado y con escasas fuerzas, remonta su vuelo a gran altura y elige un sitio, entre tantos, para posarse. Repliega sus alas y con total decisión se lanza al precipicio, dejando en manos del cielo y sus caprichosos vientos, su destino final.
Sencillamente se entrega, humilde, ante una inmensidad que ya no logra dominar. Se suele decir que los cóndores nunca mueren, sino que regresan decididos hasta sus nidos, donde renacen con más fuerza aún.
Estas historias son las que amo escuchar cuando viajo. Siempre las creo con total certeza que son ciertas. Reflejan de manera poética la perfección de un entorno natural que pocas veces apreciamos y menos valoramos. Una fábula viviente que nos deja la belleza y humildad de quienes dominan los más altos cielos.

Más detalles
El fabuloso “Cóndor de los Andes” cuyo nombre deriva de “cuntur” voz quechua es el ave emblemática de Bolivia y la más grande del mundo que puede volar, tiene un metro de altura en pié, tres de envergadura en vuelo y llega pesar de 11 a 15 kilos. Habita las cumbres andinas bolivianas y es el símbolo que corona el escudo del país.
Su hermoso plumaje negro azulado y su cuello blanco le caracterizan y distinguen. El cóndor es un animal carroñero, vale decir que se alimenta de animales muertos, su ritual de alimentación consiste en visualizar el animal y volar al rededor o posarse en alguna rama donde lo pueda observar, pueden pasar hasta tres o cuatro días antes de que decida comerlo.
Para anidar estas aves buscan lugares altos y protegidos del frio, las lluvias y el viento, depositan un único huevo. El cóndor es un animal monógamo, escoge su pareja y se queda con ella el resto de su vida. Entre el cortejo y la emancipación del polluelo transcurre un lapso de dos años.
Esta hermosa ave propia de Bolivia está sufriendo una gran amenaza de peligro de extinción, ya que su población ha sido reducida considerablemente en los últimos años. En el país se están creando reservas ecológicas para proteger a este animal y hacer que su población aumente.
Al igual que muchos buitres, el cóndor andino muestra también el mecanismo de enfriamiento por urohydrosis, que consiste en defecar u orinar en las zonas escamosas de sus patas para refrescarse; esto se consigue a través de la evaporación de los fluidos. Por esto, sus patas, a menudo, se ven teñidas de blanco por el ácido úrico.

Su muerte
Los incas creían que el cóndor era inmortal. Según cuenta el mito, cuando el animal siente que comienza a envejecer y que sus fuerzas se le acaban, se posa en el pico más alto y saliente de las montañas, repliega las alas, recoge las patas y se deja caer a pique contra el fondo de las quebradas, donde termina su reinado. Esta muerte es simbólica ya que con este acto el cóndor vuelve al nido, a las montañas, desde donde renace hacia un nuevo ciclo, una nueva vida.
El cóndor simbolizaba la fuerza, la inteligencia y el enaltecimiento o exaltación. Era un animal respetado por todos aquellos que vivían en los Andes desde tiempos prehispánicos, ya que no sólo traía buenos y malos presagios, sino que también era el responsable de que el sol saliera cada mañana, pues con su energía era capaz de tomar el astro y elevarlo sobre las montañas iniciando el ciclo vital.

PELIGRO
Por cientos de años el Cóndor ha batallado contra la humanidad para sobrevivir. El Cóndor ha sido amenazado por la cacería, deforestación (pérdida de su hábitat), contaminación del aire, agua y comida, y la severa reducción de su fuente de alimento. En 1973, el U.S. Fish and Wildflife Service (agencia federal para la protección de peces y animales salvajes) agregó el Cóndor Andino a la lista de animales en amenaza de extinción. Aunque todavía no se ha iniciado un censo del Cóndor, se cree que su población ha sido disminuida, y, que en Ecuador, Perú, Bolivia y Venezuela sigue disminuyendo

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