Concretamente, la denuncia se centra en el trato que reciben por parte del personal que los caza y agrupa en grandes manadas camino a los mataderos. De modo que no se cumplen las leyes que establecen que se debe infringir el mínimo estrés y daño posible al animal para evitar su sufrimiento. Los métodos empleados en el sacrificio de los renos no cumplen con lo establecido porque sufren antes de morir.
El maltrato infringido a los renos, cuya carne es muy apreciada en los países del norte de Europa. El reno es un animal salvaje, acostumbrado a vivir en libertad y sin contacto con los humanos, a los que ven por primera vez cuando llegan para cazarlos. El estrés continúa cuando son forzados a entrar en corrales o emplean una fuerza desproporcionada para trasladarlos al matadero proporcionándoles golpes brutales.
Por otro lado, al estar todos amontonados en camiones durante muchas horas es frecuente que mutilen las orejas de otros animales con los cuernos, o bien que se queden enganchados entre la madera provocando dolorosas heridas que no se curan y siguen sangrando durante horas. Mientras que para colmo al momento de sacrificarlos se utilizan cuchillos y otras técnicas poco dignas. Se calcula que cada año son sacrificados unos 50.000 renos y las cifras van en aumento.
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