Ryan James Stevens, de 25 años, comenzó a ladrar a un perro que se encontraba en un coche policial, cuando su amo, un oficial de policía, se alejó para examinar un accidente de tráfico en la calle vecina. Al volver hacia su coche, el policía vio como Stevens ladraba a su perro. Luego, explicando su comportamiento, el joven aseguró que “empezó el propio perro”.
La legislación del Estado prevé el castigo de una multa o dos meses en la cárcel por insultar a un perro policía. Pero, según el abogado de Stevens, el joven sólo hizo uso de su derecho constitucional a la libertad de expresión de una manera muy peculiar.
No obstante, el amo del perro insistió en la protección de los derechos de su “colega”. Señaló que el joven estaba borracho y sus acciones constituyeron un insulto al perro e incluso pudieron provocar que el animal rompiese la ventana y saliese del automóvil para atacar a su ofensor. El veredicto sobre el asunto será anunciado en los próximos días.
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