"Mi perrito ha fallecido. Tan sólo tenía un año de edad, por lo que su muerte nos tomó totalmente por sorpresa. Realmente no hay una forma sutil de decirles a mis hijas que su mascota a la que aman y sólo quieren ver cuando llegan del colegio ya no estará más”, cuenta Alexandra, mamá de dos niñas de 9 y 4 años.
En muchos hogares la mascota llega a ser una parte importante de la vida cotidiana, ocupando un lugar especial en el corazón de quienes integran la familia. Y aunque estemos conscientes de que tarde o temprano nuestra mascota ya no estará más, cuando fallece deja un gran vacío.
Si la mascota era muy querida, el dolor por su pérdida afecta en gran medida a todos, pero si los más pequeños de la casa estaban muy unidos a ella, resulta una tarea muy difícil para los padres explicarles su partida. Sobre este tema, se debe entender que para un niño la muerte de su “compañero leal” supone una pérdida irreparable y produce un gran dolor y mucha tristeza. Pero también dependiendo la edad quizá ni siquiera comprenda de qué se trata. Una forma común a la que acuden los padres para ahorrarles dolor y experiencias amargas a sus hijos, es encarar la muerte de una mascota mintiéndoles al respecto: “Se fue de viaje y está muy feliz” o “Se enamoró y se fue”. Pero ¿en qué medida es bueno mentirles?
CÓMO Y QUÉ HABLAR CON LOS HIJOS
Para los padres es, sin duda, un momento muy duro decirles a sus pequeños que su perro, conejo o tortuga no volverá. Y es que en realidad no existe una forma más sutil que otra de darles la noticia ya que al final es la misma: “su mascota ha muerto” y por supuesto que como papás lo que más se quiere es alejar a los hijos de situaciones que les causen dolor. Sin embargo, y aunque la verdad sea triste, se la debe decir con claridad para no confundirlos. Tal vez una manera adecuada es explicarles claramente pero teniendo en cuenta su nivel de comprensión.
Si su mascota ha muerto y su niño estaba muy ligado emocionalmente a ella, es fundamental que cuando se le de la noticia, el pequeño reciba consuelo, mucho amor y una dosis de psicología, en lugar de darle explicaciones médicas o científicas complicadas.
Es también importante tomar en cuenta las edades, ya que las reacciones de los niños dependerán en gran medida de ese factor y por su puesto de su personalidad.
Entre los 3 y 5 años, explica el portal en Buena Manos, ven la muerte como algo temporal y reversible, es decir esperan que despierten algún momento y vuelvan, por ello es que al cabo de unos días quizá reaccionen diciendo: ¡“mamá quiero que despierte”!
Entre los 6 y 8 años, los niños comienzan a desarrollar un entendimiento más real sobre la naturaleza y las consecuencias de la muerte, pero recién a los 9 años entienden totalmente que es permanente y final.
Aunque la edad juega un papel fundamental, los consejeros en este tema y psicólogos, están de acuerdo en que es muy contraproducente mentirles sobre esto, ya que si el niño piensa que el animalito se perdió o está de viaje, estará ansiosamente esperando que un día vuelva. Tratar de proteger al niño con explicaciones vagas o inexactas puede crearle ansiedad, confusión y desconfianza y es darle una falsa ilusión que jamás sucederá.
Los niños a menudo tienen preguntas después que se muere su animal incluyendo: ¿Por qué se murió? ¿Dónde está? ¿Volveré a verlo? Si me porto muy bien, ¿puedo hacer que regrese? ¿La muerte dura para siempre? Es muy importante contestar estas preguntas de manera sencilla pero sincera.
Si su mascota se enferma y esta muriendo, tendrá más tiempo para hablar con su hijo acerca de lo que está sucediendo y en estos casos se aconseja que el niño le diga adiós antes de que muera.
Hablar acerca de la mascota ya ausente con amigos y familia ayuda y recuerde que los pequeños tienen que hacer el duelo a su modo, no lo obligue a sentir cosas que no pueden. Después que su mascota ha muerto, evite votarla a un río o sequía, recuerde que formó parte importante de la vida familiar y es seguro que sus hijos querrán enterrarlo. Permítales tener un acto conmemorativo y si ellos quieren pueden escribirle poemas, historias o hacerle dibujos a su mascota tan querida.
¿OTRA MASCOTA?
En este sentido hay diversas opiniones. Por ejemplo, muchos psicólogos, aconsejan comprar otro perrito casi inmediatamente ya que aunque no es el mismo y nunca tendrá un remplazo, el niño se enfocará en su nueva mascota y también entenderá que puede reponerse las pérdidas.
Por otro lado, portales en Internet dedicados a las mascotas no aconsejan reemplazar a la mascota enseguida porque aseguran que el niño debe pasar triste unos cuantos días, ya que es normal que eche de menos a su perro, conejo, tortuga, o cualquiera que haya sido su mascota.
“Necesitan un tiempo para “elaborar” la pérdida. Si durante este proceso se sienten comprendidos, acompañados, protegidos y apoyados, irán encontrando la forma de enfrentarse sana y positivamente a su dolor y de aceptar la despedida”, apunta el portal Mi linda mascota.
LOS ADULTOS Y EL DUELO
El duelo por la muerte de un ser querido, por supuesto, que es aceptado y entendido en la dimensión que merece; sin embargo, cuando un adulto pierde a su mascota, pareciera que es un hecho al que no se le debe dar gran importancia y más bien es algo que de una vez “hay que superar”.
Familia y amigos muchas veces no comprenden cuando un ser querido está sufriendo porque murió su mascota.
No se debe desmerecer este duelo porque se trate de un adulto. Es igualmente un momento doloroso y triste y se necesita del apoyo de los amigos y la familia.
Una mascota puede dar un amor incondicional que muchas personas, en particular los adultos mayores, no pueden encontrar en nadie más, por ello, cuando muere su mascota especial, el impacto de esta pérdida es muy significativo y puede afectar la salud e inclusive el bienestar de la persona.
En otros países, ya existe una conciencia cada vez grande sobre la angustia que las personas pueden sentir cuando muere una mascota querida, y por ello ya se cuentan con recursos de apoyo.
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