Según la ordenanza las mascotas deben permanecer dentro los domicilios, y salir a la calle acompañada de su dueño y con su respectiva correa.
La gran cantidad de perros vagabundos y callejeros que se ve en los diferentes sectores de la ciudad, se ha convertido en un problema de salud pública, pues los canes en busca de alimentos acuden a los basureros y contenedores esparciendo la basura de los mismos.
Asimismo existiendo la mala costumbre de algunas personas de dejar en las esquinas su basura en bolsas plásticas, ocasiona que los animalitos destrocen los envases y dispersen los residuos, convirtiendo en microbasurales las calles y poniendo en riesgo la salud de las personas al ser un foco de infección, pues abundan las moscas y otros vectores como los ratones.
También son un riesgo para la integridad de las personas, pues cuando están en grupo los perros se vuelven más agresivos y atacan a los transeúntes, en muchos casos niños, a los que muerden, principalmente, en la cara provocándoles marcas indelebles y traumas.
Otro de los problemas es el excremento de perro constituyéndose también en un foco infeccioso que transmite el parásito unicelular microscópico, Giardia Duodenalis.
La responsable de Comunicación del Centro Ecológico de Pueblos Andinos (CEPA), Norma Mollo, explicó que ese parásito es un frecuente agente productor de diarreas en niños y adultos, como de ciertas bacterias enteropatógenas llamadas salmonellas.
"Desde el punto de vista sanitario, se considera que la materia fecal del perro en la vía pública puede afectar la salud humana, ya que la misma contiene parásitos que causan toxocariasis, ancylostoma, trichuris Cenurosis, Ascaridiasis, y otras enfermedades que en casos extremos pueden provocar ceguera y hasta la muerte", indicó Mollo.
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