De poco le sirve al pobre enrollarse como un ovillo para dar esquinazo a su negro destino, su inocente manera de protegerse frente a depredadores. Sobre todo, claro está, si éstos van rifle en mano hasta encontrarlos uno por uno en las zonas tropicales de los continentes asiático y africano. El nombre de pangolines debe su nombre a la lengua malaya pengguling, cuyo significado es rodillo, en alusión a su habilidad para rodar como si lo fuese, aunque lo cierto es que lo realmente significativo para este animal es la apisonadora que supone la caza salvaje para su mínima supervivencia.
No en vano, no se salva ninguna de sus especies y, si bien hasta ahora se temía más por la especie asiática, en realidad todas ellas están en franco declive, tal y como han advertido en la primera Conferencia mundial sobre la conservación de pangolines, celebrada recientemente por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y la Comisión de Supervivencia de Especies (UICN-SSC, por sus siglas en inglés).
RESTAURANTES Y
MEDICINA TRADICIONAL
China es el primer país si se trata de señalar culpables, concretamente su comercio clandestino de pangolines para los más diversos usos, como la alta cocina (sopa de feto de pangolín o la piel como ingrediente gourmet) o en la medicina tradicional china, por ejemplo para aumentar la virilidad ingiriendo sus escamas.
Por contra, el pangolín es de gran valor dentro de los ecosistemas, pues se alimenta de termitas y hormigas, así como distintas plagas, lo que supone un buen ahorro en nefastos pesticidas para proteger la agricultura. Por lo tanto, si los borramos del planeta no sólo se perderá para siempre un animal que, como todos, tiene derecho a la vida, sino que además se sufrirán pérdidas económicas tremendas.
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