Al ser un perro callejero de raza mestiza, nadie le había enseñado ese truco, pero los instructores que estuvieron a su cargo se encargaron de perfeccionarlo para que pueda demostrarlo en actos sociales, culturales y deportivos, donde siempre se roba la mirada y los aplausos del público.
Actualmente, Blas forma parte del Grupo de Apoyo Civil a la Policía (GACIP) con el rango de Cabo y siempre viste con orgullo el uniforme de la unidad para participar en diferentes actos dentro y fuera de la ciudad.
"Se sienta y levanta las patas delanteras para saludar al comandante. Forma con los otros policías y hasta sube las gradas del recinto de dos patas. Desde que llegó se convirtió en la mascota del GACIP”, comenta el mayor Víctor Hugo Patzi, jefe de Policía.
Cuando los uniformados salen a trotar en polera y corto por las calles de La Paz, Blas es quien encabeza la fila, marcando el paso con sus dos patas y la lengua afuera, para "incentivar la práctica del deporte en la sociedad”.
Si es que se avecina la fiesta del Gran Poder o el Carnaval, este can se prepara para hacer su ingreso con la Policía, que motiva a las personas a divertirse sin excesos.
En la fiesta de Halloween también es posible encontrarlo disfrazado de "perro diabólico”, con un par de cuernos rojos sobre su cabeza, una capa negra en la espalda, un muñeco descuartizado colgando de su cuello y sus bigotes ensangrentados.
Con su fama y carisma participó de conciertos, desfiles policiales, actos de beneficencia, campañas de salud, actividades escolares y hasta inauguraciones en pueblos alejados del país.
Patzi asegura que Blas "es una estrella frente al público, siempre muestra entusiasmo y es muy querido por los niños”.
Al ser la única mascota del GACIP, suele recibir todo el cuidado y atención de los oficiales. Tiene su propio canil con un jardín, una casa de madera tapizada por dentro, y además de recibir alimento balanceado, comparte la misma comida de los soldados.
"Asimila las órdenes más rápido que otros perros de raza. Además, aquí lo tratamos con paciencia y cariño, repitiendo los ejercicios, manejando la voz y con mucha perseverancia”, indica el sargento Julio Quispe, instructor de Blas.
Las mañanas, por lo general, están marcadas por rutinas de ejercicio con el resto de los soldados. Luego practica algunos trucos básicos como sentarse, tenderse y dar vueltas, hasta otros más complejos como saltar sobre la espalda de su instructor.
Para cuidar su estado de salud, también es visitado por un médico veterinario cada mes, para recibir sus vacunas y vitaminas.
Aunque es un animal acostumbrado a estar rodeado de personas, Quispe confiesa que tiene un carácter dominante y protector con los oficiales de la Policía, y a la vez es muy hiperactivo. "Aprendí a controlarlo con la mirada, la voz de mando y la correa”, afirma.
Pese a ello, jamás deja de ganarse la atención y aprecio de la gente. En cada una de sus demostraciones, verlo caminar largas distancias sobre dos patas genera entusiasmo entre los espectadores, que pocas veces encuentran a un can con estas habilidades.
Puede que para Blas llamar la atención de las personas, visitar canales de televisión para demostrar trucos y hasta ser aplaudido por el mismo presidente de Bolivia, Evo Morales, no cobre tanta relevancia, pero para el GACIP, contar con una mascota tan singular como él, es motivo de orgullo e incentivo cada día.
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