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sábado, 26 de julio de 2014

Descubren cuatro nuevas especies de roedores en Bolivia

¡Me ha hecho sentir muy feliz y me ha dado ánimo en este desierto laboral! Yo sé que ustedes compartirán conmigo este honor porque sé que me aprecian! Les presento a una nueva especie de tuco tuco: Ctenomys erikacuellarae”, escribió la bióloga Érika Cuéllar, ganadora del premio Rolex 2012.

La defensora de la fauna del Chaco boliviano se refiere al descubrimiento que hizo un grupo multinacional de científicos dirigido por el Scott Gardner, de la Universidad de Nebraska-Lincoln. Esos investigadores han descrito cuatro nuevas especies de roedores de madriguera del género Ctenomys.

Comúnmente llamado tuco tuco, estos roedores son miembros de la familia Octodontidae, a pesar de que a veces se clasifican en su propia familia: Ctenomyidae. Su nombre se deriva del sonido ‘tuc-tuc' que hacen mientras excavan sus madrigueras.

Estos animalitos miden entre 15 y 25 centímetros de largo y pueden pesar desde 100 gramos y superar el kilo. Tienen ojos pequeños, orejas pequeñas y musculosa piernas cortas con fuertes garras en los dedos, que usan para excavar.

En toda Sudamérica

Las 65 especies de tuco-tuco previamente conocidas se encuentran en América del Sur, desde Perú y el centro de Brasil hacia el sur del continente.

Las cuatro nuevas especies son el tuco tuco de Erika (Ctenomys erikacuellarae), cujuchi de Anderson (C. andersoni), tuco tuco de Lessa (C. lessai) y tuco tuco de Yates (C. yatesi). Todos se descubrieron en las tierras bajas y los valles centrales de nuestro país: Chuquisaca, Cochabamba y Santa Cruz.

El documento completo ha sido publicado gratuitamente (y enviado a EL DEBER por Erika Cuéllar) en el sitio del Museo de la Universidad Tecnológica de Texas: www.nsrl.ttu.edu.

En él, los investigadores explican que la formación de los Andes, hace unos diez millones de años, contribuyó a lo que hoy es una riqueza biológica que muestran los Ctenomys al bloquear el flujo de genes entre este y oeste.

Máquina de especiación

Según Gardner, la zona de la que se recogieron estos mamíferos es todavía relativamente desconocida en un sentido biológico, a pesar de que en las estribaciones orientales de los Andes “existe el más alto nivel de biodiversidad comparado con casi cualquier lugar", afirma.



El equipo se emociona al describir las estribaciones orientales. La formación de estos valles y cerros está implicada en la riqueza de la biodiversidad, que puede atribuirse en parte a la variabilidad en los microclimas y a los cambios en el medio ambiente durante todo el periodo Cuaternario. Por eso, la zona es considerada por los investigadores como una ‘máquina de especiación’

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