El estudio, publicado este miércoles en la revista científica Plos One y dirigido por la psicóloga de la Universidad de California en San Diego, Christine Harris, indica que los perros exhiben indiferencia cuando sus dueños los ignoran o leen en alto un libro con ilustraciones en relieve.
Distintas fueron las cosas al ver cómo sus propietarios acariciaban a un perrito de peluche, capaz de ladrar y mover el rabo, ante lo que los canes del estudio reaccionaron con gruñidos, ladridos e intentos de separar a sus dueños del percibido rival.
"Existe la sensación generalizada de que los celos son exclusivos de los humanos, en parte por la compleja capacidad cognitiva que involucra la emoción", señala Harris y la coautora del estudio, Caroline Prouvost, también de la Universidad de San Diego, en la revista Plos One.
Pero el estudio muestra que no es así: "Descubrimos que los perros tuvieron comportamientos significativamente más celosos (...) cuando sus dueños mostraron afecto hacia lo que parecía otro perro en comparación con la atención a objetos no sociales", destacaron las autoras.
Harris y Prouvost subrayaron que los resultados de la investigación respaldan la teoría de que existe una forma "primigenia" de celos que se observa también en los bebés.
El estudio contó con canes de 14 razas, incluidos chihuahuas, Yorshire terriers, perros de Pomerania, salchicha y razas cruzadas.
Harris solo involucró a perros pequeños ante el temor a que reaccionase de forma agresiva y hubiese que someterlos.
La psicóloga decidió realizar el estudio al observar el comportamiento de los tres Collies de la frontera de sus padres y ver cómo, incluso cuando acariciaba a dos al mismo tiempo, esos dos mostraban un comportamiento agresivo entre ellos.
Además del libro y el perro de peluche, el estudio introdujo un tercer objeto, un cubo con una cara pintada, al que los propietarios de perros hablaron y trataron como a un animal y que también despertó celos, aunque no tantos como el objeto de peluche.
Las autoras del estudio recuerdan que los celos son el tercer causante de homicidios no accidentales, de ahí la importancia de entender cómo funcionan para intentar controlar los aspectos menos saludables del sentimiento.
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