Él y cuatro hembras forman la población total de esta especie que está próxima a desaparecer de la faz de la Tierra.
Dos de los rinocerontes sobrevivientes están en zoológicos y tres en libertad. Sudán -de 40 años de edad- vive en el centro de conservación Ol Pejeta (Kenia) y en un último esfuerzo por rescatar la especie se desplegó a militares armados para que protejan a Sudán -las 24 horas del día- de los cazadores furtivos, conflictos armados y tráfico ilegal de animales, principales responsables de su desaparición.
Además de todas las medidas ya descritas, el rinoceronte carga dispositivos de radiolocalización que detectan cada uno de sus movimientos para evitar que la caza ilegal aniquile la última esperanza de su especie. Para brindarle mayor seguridad, los conservacionistas no tuvieron más remedio que mutilar a Sudán. Él ya no tiene cuerno, por lo que ahora es mucho menos atractivo para los cazadores.
La principal amenaza de este animal fue y será el ser humano, que ejerció una implacable caza furtiva sobre él para conseguir sus cuernos para medicina o decoración. El marfil de sus cuernos se cotiza en el mercado negro en 30 mil dólares por libra.
Asimismo, las guerras civiles de la República Democrática del Congo y Sudán han tenido un devastador impacto en su población.
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