Durante la Edad Media, el murciélago por su actividad nocturna, estaba ligado a la familia infernal, como que el Diablo lleva alas de este animal. En muchas regiones de Europa causaba terror su presencia porque según la creencia popular en las noches se colaba en las casas para chupar la sangre de los niños. La Biblia lo relaciona entre los animales impuros.
Pero al margen de esta su mala fama, el murciélago brinda grandes servicios al destruir una cantidad de insectos nocivos al hombre y a la agricultura.
Es posible que su apariencia cause repulsa y temor, pero en su mayoría son animales inofensivos. Pertenecen al orden los Quirópteros y son los únicos mamíferos capaces de volar. El murciélago común (Pipistrellus kuhlii) mide de 5 a 9 cm y cabe perfectamente en la palma de nuestra mano. También hay una especie del género pelirrojo que al abrir sus alas mide 1 m. de envergadura.
Los murciélagos llegaron a América del Sur durante el Terciario y la familia que más se adaptó a este medio fue el de los Filostómidos, que es la más numerosa y la más variada: hay murciélagos con la lengua bastante alargada que les sirve para lamer el néctar de las flores. El murciélago blanco que vive en las selvas de Honduras; el de orejas de embudo, que consume insectos; el vampiro “bulldog” de México que se alimenta de peces; el murciélago ahumado, una rara especie brasileña; el frugívoro que duerme en el reverso de las hojas, mientras que el de dorso pelado habita en las grutas oscuras; el vampiro que se alimenta de la sangre de los animales.
Las alas del murciélago es completamente distinta al de los pájaros, pero le permite efectuar vuelos perfectos.
Por mucho tiempo los zoólogos se preguntaban cómo este animal podía volar en completa oscuridad sin chocar contra algún obstáculo. Pronto se dieron cuenta que este animal está dotado de una especie de radar en los oídos que capta las ondas sonoras que ellos mismo lanzan y que se refleja contra los obstáculos que se interponen en su camino.
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