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miércoles, 13 de junio de 2012

Silvestres, no son animales de compañía

T iene apenas seis meses, tiembla asustada y trata de protegerse con la manta que la cubre cuando siente la presencia de personas extrañas. En sus gestos y mirada se percibe el miedo. “Han tenido que matar a la madre, porque así nomás no sueltan a sus crías”, dice la bióloga Norka Rocha, del pequeño ejemplar de marimono (Ateles chamek) que a principios de año llegó desnutrido al zoológico municipal. Pipoca, como la han bautizado, fue comprada como mascota en un mercado de la ciudad y luego donada al zoológico cruceño.

Como esa pequeña hembra de marimono, muchos otros animales silvestres son entregados casi a diario al zoológico cruceño, que ya se ha quedado sin capacidad para acogerlos. “No podemos seguir recibiendo más. Nuestra clínica, en la que los dejamos en cuarentena, está repleta. Lamentablemente cada vez aumentan las personas que adquieren animales silvestres como mascotas sin saber los riesgos que eso implica. Al poco tiempo se dan cuenta de que no pueden mantenerlos, no saben qué hacer con ellos y nos los traen”, se queja la veterinaria del zoológico, Margoth Ugarteche.

Pese a que es prohibido por ley, muchas personas siguen adquiriendo animales salvajes y cada vez se introducen nuevas especies en la ciudad. La falta de cuidados y de conocer sus costumbres muchas veces derivan en ataques a sus propietarios y el contagio de enfermedades.

“Antes eran los monos capuchinos o martín (Cebus libidinosus) los más requeridos, pero la gente se dio cuenta de que al llegar a la madurez se vuelven agresivos y han empezado a remplazarlos por los aulladores (Alouatta sara) y por el marimono o mono araña, porque son menos agresivos y en cautiverio se apegan más a las personas. Es por eso que hoy son los que más están comercializando de manera ilegal”, afirma Pablo Ulloa, auxiliar de veterinaria en la clínica del zoo, donde actualmente tienen seis capuchinos y dos mono araña.

“El caso del marimono o mono araña es alarmante porque su tasa de reproducción es extremadamente baja, las hembras tienen un promedio de una cría cada tres o cuatro años y generalmente tienen que matar a la madre para quedarse con la cría. Además, ellos son indicadores de la buena salud de los bosques, porque cuando hay desmonte son los primeros en adentrarse a la selva y requieren de árboles altos para vivir”, explica Rocha, que es mastozoóloga (especialista en el estudio de mamíferos).

No menos dramático resulta el caso de las aves, como el loro hablador (Amazona aestiva xanthopteryx), la paraba azul (Ara ararauna) y de los tucanes, que están entre los más buscados para mascotas; sin embargo, la mayoría de los que se hacen cargo de ellos no conoce ni la alimentación que requieren ni las condiciones adecuadas para su subsistencia.

“Por ejemplo, los loros requieren de espacio para volar y dormir por lo menos 14 horas. En la ciudad deben acostumbrarse a jaulas pequeñas, horarios de ocho horas y menos de sueño, además del exceso de ruido. Eso provoca que se mutilen extrayéndose las plumas hasta quedar totalmente pelados. Lograr que se recuperen es un trabajo muy difícil”, explica Ugarteche.

“En realidad mucha gente llama y dice que se le ha entrado el animal a la casa, pero en realidad ellos los tienen como mascotas, pero no saben cómo criarlos y creen que la solución es traerlos al zoológico. Cuando llegan, la mayoría está en condiciones muy malas de desnutrición o enfermedades y cuesta mucho sacarlos adelante”, cuenta el biólogo Mario Zambrano, mientras muestra un tigrillo (Leopardus wieddi) de cuatro meses que fue rescatado de una casa particular. Este tipo de gato llega a pesar entre ocho y 9 kilos y son carnívoros.

Varios meses atrás otro gato silvestre se escapó de sus propietarios en la zona de Valle Sánchez y empezó a comerse las gallinas de los vecinos. Hasta allá tuvieron que ir del zoológico para recuperarlo.

Tortugas de agua, lagartos, tejones (Meles meles) y boas se suman a la larga lista de animales salvajes que se los quiere convertir en domésticos y que han terminado en dramas, como el de un oso bandera de seis meses que fue rescatado de una casa del quinto anillo y avenida San Aurelio. El animal, que se alimenta de termitas y otros insectos era obligado a comer cualquier tipo de alimentos. “El animalito estaba deshidratado, desnutrido y salivaba mucho porque tenía inflamada la parte de la glotis. Le habían cortado el pelo y la cola como si fuera un perro. A los seis meses de edad que tiene debería tener un tamáño mucho mayor”, comenta la estudiante de biología Daniela Vidal, que se ha hecho cargo de su rehabilitación. Vidal también se hizo cargo de otro oso bandera u oso hormiguero (Myrmecophaga tridactylaque) que fue traído de la región de Tres Cruces muy pequeño y al que le habían matado a su madre para capturarlo.

AVES. La veterinaria Margoth Ugarteche junto a loros habladores que eran mascotas y que fueron recuperados. Ahora viven en el zoológico municipal














CONTAGIO

Las personas que tratan de domesticar a los animales de la naturaleza también pueden contagiarse a través de ellos de algunas enfermedades. Por ejemplo: los monos, gatos, zorros, tejones y muchos otros animales carnívoros transmiten el mal de rabia.

“En algunos animales silvestres, como los gatos, la rabía puede estar latente y al morder a un ser humano activarse”, explica Zambrano.

Los gatos salvajes también pueden transmitir la toxoplasmosis, enfermedad que afecta el cerebro, los pulmones, el corazón, los ojos y también el hígado.

Mientras, Ugarteche señala que la mayoría de los monos que han recibido tenían giardia (parásito microscópico que vive en el intestino y que generalmente se transmite a través de las heces del individuo afectado). El animal puede transmitir estos parásitos tanto a los niños como a los adultos y para eliminarlos se necesitan periodos largos de tratamientos a todas las personas que tuvieron contacto con el primate.

Los loros, en cambio, transmiten sitacosis, que es una dolencia que puede provocar neumonía y, si no es tratada a tiempo, hasta la muerte. La manera en que se transmite a las personas es a través de la inhalación de polvo de los restos fecales que se encuentran en las jaulas de estas aves. Otras aves, como las parabas, a veces transmiten ácaros y piojitos, mientras que réptiles, como las víboras, contagian salmonelosis y otros parásitos internos, pero además tienen garrapatas que pueden ser portadoras de otras enfermedades para los humanos.

Incluso los osos hormigueros llegan a ser portadores asintomáticos de leishmaniasis, que es una afección que llega a tener consecuencias fatales por el daño que provoca en el hígado, médula ósea y el bazo.

“Todos los animales tienen enfermedades que nos pueden contagiar, pero la diferencia con los silvestres es que algunas vacunas no les hacen efecto, porque tienen una inmunidad alta”, explica Ugarteche, que sugiere mayores controles en las trancas de ingreso a la ciudad para evitar la proliferación de animales salvajes en los hogares.

“Lo importante es que además la gente no los compre ni los adopte, porque se contaminan de bacterias y así no pueden ser reincertados en el bosque, porque pueden contaminar a los otros que viven en la naturaleza. Es decir, si se los trae a la ciudad quedan cautivos toda su vida”, sostiene Rocha.

Basta observar el miedo y la tristreza en el rostro de la pequeña Pipoca y de todos los animales convertidos en mascotas por el hombre para darse cuenta de que se los está matando en vida.


AGRESIÓN. Pequeños pichones de loros que fueron sacados de los nidos para comercializarlos en la ciudad. Para atraparlos se talan arboles y destruyen sus nidos



- El artículo 111 de la Ley 1333 de Medioambiente, de abril de 1992 indica que “el que incite, promueva, capture y/o comercialice el producto de la cacería, tenencia, acopio, transporte de especies animales y vegetales, o de sus derivados sin autorización o que estén declaradas en veda o reserva, poniendo en riesgo de extinción a las mismas, sufrirá la pena de privación de libertad de hasta dos años perdiendo las especies, las que serán devueltas a su hábitat natural, si fuere aconsejable, más la multa equivalente al 100% del valor de estas”.

- Este año, el zoológico cruceño tuvo que hacerse cargo de la atención de un centenar de pichones de loros que fueron decomisados a traficantes de animales. Para cuidarlos tuvieron que contar con el apoyo de estudiantes de la carrera de Biología de la Gabriel René Moreno, porque necesitaban ser alimentados cada dos horas. En 2008 llegaron a recibir 500 loros que también fueron decomisados a traficantes.

- Muchas personas no aceptan la negativa del zoológico municipal de hacerse cargo de los animales silvestres que han adquirido y los dejan en las afueras de sus predios. Otros han largado monos allí y hace poco lo hicieron con dos tejones, pero lo que es más frecuente es que la gente abandone las tortugas.

- Tener a los monos privados de sus movimientos con cadenas y hacerlos depender de la alimentación que le den los humanos les provoca sufrimiento, ya que están acostumbrados a vivir en grupos sociales.

- Un animal que es criado en cautiverio difícilmente sobrevivirá en el bosque, ya que no sabe cazar, reconocer los frutos o alzar el vuelo de manera eficaz e incluso reconocer cuales son sus depredadores.



ENJAULADO. Un mono martín sin las condiciones necesarias para su subsistencia

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