Si bien no se sabe con certeza cuántos años tiene, se nota que el tiempo hizo escarnio de su ser, está cansadito y aquel hecho es más que evidente. Sin embargo, pese a todos los achaques que la vida le impuso, sigue atento y siempre listo al llamado de su dueña.
Choco es el nombre con el que fue bautizado, en la segunda oportunidad que le dio el destino para conseguir una familia que lo quiera, pero ganó más que eso. Es un can criollo bajito, lleva pelo castaño como si fuese la cabellera de un león. Su mirada es firme y segura. A la primera convocatoria de su ama, aún esté durmiendo, se pone de pie para seguirla.
Es arisco, principalmente con las personas ajenas que tratan de acariciarlo, pero muy cariñoso con los seres que le dieron amor por años. Ese afecto lo demuestra al mover su cola cuando le llaman por su nombre.
Su caminar es cansino y tiene cuidado de no ser atropellado por algún vehículo. Fue la señora que lo cuida quien constantemente le recomienda precaución con los motorizados.
DOÑA MARÍA
Doña María Elena Vega Vega es quien acogió a Choco. Cuenta que un día en el 2010 salió a vender sus golosinas como de costumbre en su puesto de venta. Se sirvió el almuerzo en su fuente de trabajo y de repente observó a un pequeño can que le miraba fijamente como si estuviese pidiendo un poco de comida.
La señora entiendo el mensaje visual, le ofreció algunos alimentos que fueron aceptados con cariño por el animalito, quien a partir de ese momento no se separaría más de su benefactora.
"Dicen que el perrito era de una pastillera, pero no sé… tampoco vino a reclamar y conmigo se quedó hasta ahora. Yo tengo mis perritos en casa, pero le di también a él y se quedó. Le atendemos bien, le hemos hecho vacunar y después comenzó a dormir en el hotel. De aquí se sale (hotel) y va al puesto donde vendo al frente, en la noche se entra y se duerme también en el hotel", aseguró.
Señaló que Choco se comporta como una "wawa" y responde a todas las instrucciones que se le da.
"Le decimos: No te muevas y él se queda quieto. A veces le digo que estoy yendo al mercado y se queda cuidando sin molestar a nadie. Donde yo voy, él va. Me siento en un lugar y él viene conmigo".
Choco tampoco se queda todo el tiempo en su reducto, como es la recepción del "Edén" que está en la calle Presidente Montes, también decidió caminar por otros espacios del hotel de cinco estrellas.
Es así que algunas veces utiliza el ascensor cuando alguien lo activa para subir a otros pisos, como el restaurante o la piscina, entre otros. Así también, después de hacer su recorrido baja para quedarse en el lugar que consideró como su hogar.
Todo el personal del hotel lo conoce y le llama por su nombre. Es alimentado con mucho cariño con los alimentos que se cocinan en dicho lugar.
EDÉN
Aquel hecho no pasó inadvertido por el dueño del Hotel Edén, don José Luis Bilbao, quien es querendón de las mascotas y aceptó a Choco como un miembro más de su empresa.
"Es uno de los huéspedes que ha aparecido sin invitación. Apareció en el hotel y pensamos a un principio que era la mascota de uno de los trabajadores o de la portera o del portero, pero una vez que realizamos las averiguaciones era un perrito callejero que se acostumbró a estar en el hotel", señaló.
Indicó que tiene toda la acogida de los trabajadores y es conocido como "El Choco", quien recibe una serie de atenciones y mimos. El personal le da comida y el dueño lo consideró como el guardián "ad honoren".
"Él tiene su propio espacio, él ha creado su espacio. Se ha ganado el cariño de todos los trabajadores, tiene a 80 personas que lo van mimando todos los días. Hemos logrado convivir con él, uno sale o entra del hotel y siempre se lo ve haciendo la guardia", afirmó.
Don José Luis ratificó la versión de doña María. Dijo que algunas veces se lo ha visto por varios sectores del hotel.
"Uno queda sorprendido cuando aparece en la piscina o aparece en el restaurante u otros sectores. Pero, él siempre está en la recepción de la calle Presidente Montes", aseguró.
Allí utiliza uno de los sofás para pernoctar y duerme cómodo por la suavidad del lecho que consiguió al ser constante.
Pero, no solo son los personeros del hotel que lo conocen, sino también algunos estudiantes del colegio "Genoveva Jiménez" o del instituto "Catec", quienes a diario lo observan con admiración, otros le hacen cariños o simplemente tratan de llamar su atención como si fuera su mascota.
Choco es uno de los pocos canes callejeros afortunados del mundo que logró robarse el corazón de las personas y que lo aceptaron como es. Tuvo la suerte de encontrar como hogar un hotel de cinco estrellas. Es fiel al lugar donde vive y lo cuida como si fuera su propia casa.
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