De marginados y maltratados a verdaderas celebridades regionales. Tres canes criollos de las ciudades de Sucre y Potosí saltaron a la palestra como figuras públicas por sumarse a las protestas sociales de sus departamentos y, “a cara de perro”, dieron batalla al mejor estilo de los activistas.
Bajo los efectos virales de las redes sociales, la fama de estos animales creció como espuma debido a las hazañas, la solidaridad y, sobre todo, la fidelidad demostrada por ellos hacia las personas que eran parte de las movilizaciones.
Así fue que su historia dio la vuelta al mundo y que su conducta temeraria, en momentos tan difíciles como trascendentales de la coyuntura nacional, motivó que se ganaran la simpatía y el cariño de gente de diferentes partes del planeta, después que se viralizara la información que ellos protagonizaban.
Ironías de la vida, estos, que a veces solo por frase hecha consideramos ejemplos del “mejor amigo del hombre”, bien podrían haber padecido los rigores de ese mismo hombre, de su “amigo”, siendo que este a veces se convierte en su peor verdugo…
Petardo: nombre común
El trío de marras se caracteriza por un denominador común: a los tres les pusieron “Petardo”. Los tres son osados y, lo más llamativo, adictos a los explosivos, de allí su nombre, por el estruendoso cartucho, infaltable en toda marcha de protesta.
El primero en tomar resonancia a nivel nacional fue Tubín, alias Petardo, que desde Sucre se hizo famoso por encabezar las protestas reivindicatorias de 2007, cuando una buena parte de la sociedad chuquisaqueña pedía la inclusión del tema de la capitalidad plena en el debate de la Asamblea Constituyente.
Tanto coraje y tanta intrepidez le mereció a este Petardo una condecoración por parte de la Alcaldía de Sucre, la de “Perro sobresaliente y valiente”, en 2011.
Hasta antes de que se volviera una celebridad, él era un vagabundo más en la “Ciudad de los Cuatro Nombres”.
Se lo solía ver entreverado con otros canes errantes, pero no tardó en dar la nota porque él disfrutaba de las movilizaciones, de las bandas musicales y del fútbol.
Acostumbrado al bullicio de la urbe, deambulaba por las calles todos los días en busca de comida, hasta que un accidente de tránsito le permitió conocer a su hada madrina y benefactora, Paola Lora Subieta, que lo adoptó con mucho amor y lo cuida hasta hoy.
De Tubín, el Petardo chuquisaqueño, se desconoce su edad exacta. Pero tiene más de diez primaveras. Cuando se dio a conocer públicamente, ya era adulto...
El detonante
La historia se repite en Potosí. En las últimas semanas dos perros, cada uno por su lado, acompañaron al Comité Cívico Potosinista (COMCIPO) en la marcha rumbo a La Paz, con la que representantes de distintos sectores de la ciudadanía buscan una respuesta del Gobierno nacional a su pliego petitorio de 26 demandas.
Por voluntad propia, estos canes permanecieron al lado de los marchistas durante las agitadas jornadas de estadía en la sede del Gobierno, en las que abundaron los enfrentamientos con la fuerzas policiales.
Lo curioso es que a un principio se hablaba de un solo Petardo; el segundo apareció después. Al criollo mediano de pelaje marrón le siguió un mestizo de color negro con manchas amarillas que pintan su rostro, el pecho y el vientre.
Pero, ¿cómo es que estos canes terminaron involucrados en la marcha, habiendo recorrido más de 729 kilómetros de ida de Potosí a La Paz?
Unos dicen que el perro de color marrón es el Petardo original y que el otro se llama “Lucho” y, siendo de origen alteño, se habría unido a la movilización cuando los marchistas llegaron a esa ciudad.
Lo cierto es que ambos estuvieron presentes y llegaron a encabezar las movilizaciones potosinas, exponiéndose al peligro inminente que representaban los policías más los carros Neptuno, con torrentes de agua, gases lacrimógenos y cachorros de dinamita. De algún modo, con su arrojo infundieron valor y esperanza a sus compañeros de lucha.
Las redes sociales estallaron en comentarios elogiosos y convirtieron en símbolos de la lucha potosina a los Petardo, tanto así que por el cariño despertado en la población, cuando uno de los Petardo (considerado el “original”) llegó a la Villa Imperial acompañando a los marchistas fue recibido como un héroe.
Al igual que en el caso de su homónimo sucrense, la historia de estos dos perritos tiene un final feliz: habiendo sido adoptados, ahora disfrutan del amor de una familia, de casa y comida.
Ya no tendrán que estar peleando por mendrugos en las calles, donde solo sobreviven los más fuertes…
Ambos estuvieron presentes y llegaron a encabezar las movilizaciones potosinas, exponiéndose al peligro inminente que representaban los policías más los carros Neptuno, con torrentes de agua, gases lacrimógenos y cachorros de dinamita. De algún modo, con su arrojo infundieron valor y esperanza a sus compañeros de lucha.
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