“Ten cuidado, cruzó la avenida con la inocencia que lo haría un niño”, así dice un cartel, colocado sobre una pasarela en la avenida Blanco Galindo. Pero eso no parece importarle a muchos conductores de vehículos que circulan a altas velocidades o sin mucho cuidado y arrollan a diario a canes que cruzan las vías. La mayoría de casos de muerte de perros se da en las avenidas de acceso a la ciudad, Blanco Galindo y Villazón, principalmente.
Mueren en las pistas y nadie los recoge, ni quien les cegó la vida, ni las alcaldías o Gobernación, pese a que se convierten en un foco de contaminación. Algunas veces sus restos se “desaparecen” en las llantas de los vehículos y en otras quedan sus huesos como mudos testigos.
Llama la atención que los dueños de los canes que viven cerca de las avenidas no se preocupen y abandonen a su “amigo fiel” en medio de las vías.
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