“El dueño ha muerto hace dos años, es tan fiel el animalito que no se va”, afirmó doña Rosario de Claros, vecina que ahora, junto con otra persona de su mismo sexo, lo cuida, lo viste y lo alimenta.
Cuenta que el amo del animal era un profesor que fue identificado como Gregorio Guzmán, que hace dos años murió por causas desconocidas. Desde ese día que fue enterrado el can deambula por la calle, pero no sale del perímetro donde su amo vivía. A la fecha, los vecinos de esa calle lo adoptaron porque, por las noches, se convierte en guardián del lugar.
El perrito, al ser un can de raza, causa temor en los transeúntes, pero los vecinos dicen que no es agresivo.
Incluso, los vecinos contaron que en algunas oportunidades, el perrito evitó actos delictivos por la zona. Al can le construyeron una casa que está en la puerta misma donde vivía su amo. Cada mes recibe un baño, inclusive le dan la mejor comida que tienen los vecinos.
“No come pan, ni papa, nada de verdura, prefiere la carne y huesos”, dijo Rosario de Claros. Comentó que este último, no faltan los desubicados, destrozaron la casa de Terri, pero una vecina inmediatamente la compuso para que el perrito pernocte en ella.
Otro vecino que no quiso dar su nombre ni apellido afirmó que se ve en los ojos de Terri la tristeza que tiene porque, según él, no son brillantes como habitualmente tienen las mascotas porque su dueño no vuelve.
El perrito, como cuentan otros, ya fue adoptado por los vecinos porque lo cuidan y, a la vez, también les cuida porque vigila toda la cuadra de la zona donde vivía su amo.
Algunas noches todavía aúlla y ladra desesperadamente el can seguramente por la ausencia de su dueño, sostuvo el vecino.
Aunque se nota el envejecimiento en Terri, doña Rosario dijo lo contrario y aseguró que seguirá viviendo junto a ellos por mucho tiempo más.
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