Todavía bajo celosa custodia, así lo encontramos en una reciente visita a dicho luchar ecoturístico, donde era alimentado por los voluntarios, quienes narraron que por lo poco que conocen, el animal fue recuperado de una familia que intentaba tenerlo como mascota.
Balú está en el refugio de animales, desde hace cuatro años y su edad es de seis años. Los voluntarios lo alimentan con algo de leche y también le entregan dosis de plátano. Al igual que Balú otras especies como los monos y loros principalmente reciben atención de los voluntarios, para readaptarse y retornar a su medio natural. La mayoría de éstos animales fueron recuperados de sus captores que los tenían como mascotas o los comercializaban en condiciones nada adecuadas.
En el Parque Machía, los animales, antes mascotas, gozan de libertad absoluta, muchos de ellos aprendieron a convivir con los humanos, siendo el ejemplo más palpable los monos, que en comunidades se desplazan entre los árboles, motivando curiosidad, asombro y alegría más entre los visitantes, más aún los niños. Más de una vez la aparición sorpresiva de los primates impactó en los visitantes que deben recorrer por sendas en medio de la vegetación característica de la región.
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