Íbices, gamos y gacelas son sólo algunos de los ejemplares característicos del área geográfica que hoy comprende Israel y sus vecinos, que aparecen recogidos en la Biblia y que el visitante puede contemplar en un entorno respetuoso con su hábitat natural. Situado en el sur de la ciudad, este peculiar zoo es una reserva verde que contrasta con los barrios residenciales de edificios de piedra característicos de Jerusalén.
Sus responsables defienden un proyecto que casa muy bien con la labor que desarrollan numerosos parques zoológicos en todo el mundo, preservar especies amenazadas por la mano del hombre o fenómenos de la naturaleza.
“La idea del Arca de Noé ha sido adoptada por muchos zoos en el mundo porque consideramos el zoológico moderno como un lugar donde salvamos a los animales de desastres ecológicos del mismo modo que Noé salvó a los animales del primero de ellos, del diluvio”, subrayó a EFE la portavoz del Zoo Bíblico de Jerusalén, Sigalit Hertz.
Uno de los “buques insignia” del parque es un centro de visitantes construido de madera con forma de Arca de Noé, que alberga durante todo el año diferentes exhibiciones y se ha convertido en un punto de especial interés para los más pequeños.
Todo el complejo acoge a más de un millar de mamíferos, pájaros, reptiles y anfibios, que representan a más de 140 especies diferentes y se distribuyen en dos áreas principales.
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