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viernes, 19 de abril de 2013

ECOSISTEMAS AMENAZADOS DE EXTINCIóN

La monterita es un ave endémica que vive en las zonas de Chaqui Potrero y San Miguel en la provincia Quillacollo. Un proyecto nacional e internacional lucha por proteger su hábitat, logrando cambios en la vida de los pobladores.

El Parque Nacional Tunari (PNT) alberga muchas especies de aves que son fundamentales para mantener el equilibrio del ecosistema del lugar y controlar plagas. Una de ellas es la Monterita, cuyo nombre científico es Compsospiza garleppi, que vive en los bosques de Quewiña.

Esta ave de 16 cm de alto, está catalogada como una especie en peligro de extinción, como consecuencia de la conversión de su hábitat por el desarrollo agrícola; por la sustitución de árboles autóctonos por eucaliptos; la quema de pastos y, principalmente, por la tala de los bosques de quewiña que realizan los pobladores de las zonas aledañas al PNT, para utilizar la madera como leña en la preparación de sus alimentos.

Ante la disminución considerable de los quewiñales, era necesario planificar una campaña de educación dirigida a las comunidades locales de la zona, para enseñarle la importancia de la vegetación de las montañas habitadas por la Monterita y mostrarles cómo la conservación de esta especie traerá beneficios a su entorno ecológico.

Es así como el año 2011 surge “Proyectos Educativos y Ecológicos Interdisciplinarios” de la Universidad Simón I. Patiño de Cochabamba, que cuenta con el apoyo de la Universidad Pedagógica del Cantón de Vaud (Suiza) y de Lesley University de Cambridge (EEUU).

Su objetivo principal es la protección del hábitat de la Monterita, a través de la disminución del consumo de leña de los pobladores que viven cerca a los bosques de Quewiña.

El proyecto eligió a las comunidades de San Miguel y Chaqui Potrero, para implementar la instalación de cocinas ecológicas y realizar la educación medioambiental a los pobladores.

BIODIVERSIDAD EN RIESGO

“Bolivia es uno de los países con mayor biodiversidad en el planeta, tiene registradas 1.415 especies de aves, de las cuales 18 son endémicas; es decir, que no se encuentran en otra parte del mundo y muchas de ellas están amenazadas de extinción”, señala María de los Ángeles Zurita, coordinadora del proyecto de conservación de los bosques nativos de Polylepis o quewiñales .

“Por todo lo descrito, era importante realizar campañas de educación ambiental, destinadas a mejorar el conocimiento de esas especies y promocionar su conservación”, añade.

En la actualidad, los bosques naturales nativos andinos están tendiendo a desaparecer y la quewiña no es la excepción. “Los pobladores tienen la costumbre de cocinar sus alimentos en ollas de barro a leña, por las características singulares de combustión de la quewiña”, asegura Zurita.

En base a esos parámetros se inició el trabajo de construcción de cocinas ecológicas y de educación en las comunidades de San Miguel y Chaqui Potrero, en la provincia Quillacollo.

“Esta cocina es más económica y ofrece muchas ventajas en cuanto a eficiencia de consumo de leña y disminución de hollín y humo que puede influir en la salud de la familia. Se instalaron 40 cocinas en ambas comunidades”, explica Zurita.

Estas cocinas fueron financiadas por la Fundación Simón I. Patiño y la Universidad Pedagógica del Cantón de Vaud, en Suiza. Además, se realizaron una serie de talleres de educación ambiental con las dos comunidades, organizados por estudiantes de la Universidad Simón I. Patiño y la Universidad Pedagógica de Lausanne.

Al margen de cumplir los objetivos principales, lo interesante de este proyecto es la experiencia vivencial entre los pobladores y estudiantes de la USIP, de Suiza y EEUU, quienes conocen una realidad muy distinta a la suya y aprenden a respetar la cultura de las comunidades.

Este primer proyecto generó otro, que mantiene los mismos objetivos de conservación, pero que amplía su rango de acción, para mejorar la educación escolar y la calidad de vida de los miembros de las dos comunidades.

SEGUNDA FASE

Con el paso de los meses y la cercanía con las comunidades, el proyecto inicial fue proyectándose a otros campos. Es así como la Universidad Simón I. Patiño diseñó un proyecto multidisciplinario.

“El proyecto está centrado en el mejoramiento del entorno educativo de las escuelas de las comunidades de San Miguel y Chaqui Potrero, en el que establece como prioridad las necesidades de los actores locales: niños, profesores, padres de familia, comunidad y autoridades educativas locales” aseguró Emilio Aliss, director del Centro Especializado de Apoyo a la Evaluación de la Universidad Simón I. Patiño, quien tiene a su cargo la segunda fase de este proyecto.

Este proyecto fue encarado por otras organizaciones académicas a nivel internacional, es así como surge el Peers (Proyectos de Estudiantes y Docentes en Redes Sociales) en el que participan la Universidad Pedagógica del Cantón de Vaud (Suiza), Lesley University de Cambridge (EEUU) y Universidad Simón I. Patiño (Bolivia).

Para asegurar la coherencia de las acciones desarrolladas, la universidad suiza se inspiró en el modelo pedagógico de Célestin Freinet, que es coherente con la nueva Ley Educativa Avelino Siñani – Elizardo Pérez, pues algunas técnicas han sido ya adoptadas por los educadores bolivianos.

El docente-investigador de esa universidad, Jean-Luc Gilles, asegura que "este es un proyecto innovador, dentro del contexto de los proyectos multidisciplinarios; siendo además un proyecto en el que los profesionales buscan cuidar y respetar los valores y la cultura de las zonas con las que se está trabajando”.

De igual manera, David Morimoto, docente-investigador, de la Lesley University de Cambridge de Estados Unidos, comenta que su equipo propone nuevas prácticas de enseñanza-aprendizaje, elaborando planes de clase, en coordinación con los profesores implicados, que están centrados en las tres temáticas siguientes: la conservación del entorno ambiental, la nutrición y la valorización de la cultura local.

“Todo con el objetivo de apuntar a todas estas técnicas para dar a los niños responsabilidad y autonomía y a convertir la educación en un proceso vivencial, que integra la escuela a la realidad de la vida diaria” señala Emilio Aliss.

Dentro de este contexto, el equipo de la USIP focaliza su actividad sobre el acondicionamiento de invernaderos anexados a las dos escuelas, con la ayuda de la Asociación Civil Armonía, que desarrolla proyectos de conservación que benefician a la comunidad de Chaqui Potrero.



Conciencia medioambiental

Hace poco llegaron cinco estudiantes de las universidades extranjeras, -representantes del proyecto internacional-, que se unieron a los estudiantes locales y a los encargados del proyecto para realizar una visita a las dos comunidades. La revista Así los acompañó en su viaje. Al dejar la población de Quillacollo y comenzar el ascenso hacia el Parque Tunari el paisaje se transforma, poco a poco van quedando atrás las construcciones para dar paso a una vestimenta natural, llena de verdor.

El camino empinado zigzagueante parece no tener fin, vueltas tras vueltas, de repente ya se llega a más de 3.695 metros sobre el nivel del mar. La naturaleza se muestra en todo su esplendor.

El destino final es la zona de San Miguel, ubicada en el distrito oeste de la provincia de Quillacollo, por el trayecto que hay que seguir para llegar a Morochata, la tierra de las papas.

La cita final es la escuelita del mismo nombre, donde 15 niños, -todos ellos de primaria-, viven una nueva experiencia en el área educacional medioambiental.

Al ingresar a la escuelita, sentados en un semicírculo en una esquina del patio, se encuentran cinco niños, -cuyas edades oscilan entre seis y 10 años- todos miran curiosos al grupo de extraños.

Aunque algunos rostros ya son familiares, puesto que desde hace meses ellos llegan de visita para enseñarles acerca del cuidado que hay que tener con los quewiñales y por ende con la monterita, que es el ave que sólo habita en ellas.


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