Héctor Guzmán, biólogo venezolano del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés), se trasladó a la caribeña provincia de Bocas del Toro para emprender un completo estudio del manatí (Trichechus manatus) y su hábitat.
El proyecto, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial de las Naciones Unidas, tiene el objetivo de crear esquemas de conservación más sólidos. Guzmán fue invitado a participar en el estudio.
Los manatíes son parte de la fauna del Sixaola, que incluye a los jaguares y tortugas laúd, y usan los ríos, estuarios y zonas costeras para moverse en agua dulce, salobre y salada en busca de vegetación acuática.
Se estima que entre 20 y 150 manatíes habitan en el área limítrofe entre Panamá y Costa Rica. Con el apoyo del investigador Mario Rivera, de la Universidad de Costa Rica, los biólogos vinculados al proyecto realizarán un censo de mamíferos marinos y las áreas de preferencia que utilizan para alimentarse y aparearse.
Desde hace varias semanas, los científicos del STRI navegan en un autobús flotante en el río Sixaola, tras la pista de los manatíes. A bordo, Guzmán instaló escáneres sonares de doble frecuencia e hidrófonos, comida y tiendas de campaña para seguir a los manatíes, conocidos como “vacas marinas”.
Los mamíferos marinos se comunican entre sí con un coro de voces que suena como rechinidos y esto ayuda a los científicos a detectarlos.
Guzmán dijo que se requiere un inventario de la biodiversidad del área. Añadió que parte de la cuenca del río Sixaola está protegida, pero la deforestación, el turismo, la cacería y los agroquímicos amenazan el hábitat del manatí en el Caribe.
Los manatíes son los únicos mamíferos marinos herbívoros. Llegan a medir cerca de cuatro metros de longitud y pueden pesar más de 900 kilogramos.
Debido a que las plantas tienen un bajo contenido energético, un manatí necesita comer a diario una décima parte de su peso para vivir.
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