Se la reconoce por su color azul turquesa, incluida su cabeza y garganta. Toda la parte ventral y las partes bajas de sus alas son amarillo-naranja. Tiene alrededor de siete rayas faciales sobre el ojo y otras siete debajo. Cuando algo la alarma o asusta, emite chillidos estridentes. Se alimenta casi exclusivamente de la fruta del motacú.
Está en peligro crítico de extinción y por eso se busca asegurar su conservación. Para el efecto, dentro de un programa especializado de reproducción y manejo poblacional, seis parabas barba azul nacidas en cautiverio en el Paradise Park, situado en Cornwall, Inglaterra, fueron donadas al Estado boliviano.
Las aves, cuyas edades oscilan entre uno y cinco años, llegaron a Santa Cruz el 28 de febrero. Inmediatamente fueron trasladadas al Centro de Reproducción de la Paraba Barba Azul, ubicado en la provincia Marbán del departamento del Beni, donde iniciaron una cuarentena de 21 días bajo supervisión de veterinarios de Senasag.
“No estamos promocionando el lugar exacto de las parabas para evitar las visitas, porque se están aclimatando y para evitarles el estrés. Además no deben acostumbrarse a la gente por el bien de su comportamiento natural”, señala Vincent Vroomans, responsable de programas y proyectos de la Fundación Noel Kempff Mercado (FNKM).
En 2008, se estimaba que la población de la Ara glaucogularis, su nombre científico, oscilaba entre 250 y 300 ejemplares, con apenas 70 descubiertos en terrenos secos. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la población en estado salvaje es de 110 a 130 individuos, de los cuales unos 73 a 87 son adultos.
La especie se encuentra en peligro crítico de extinción por su baja población y su muy restringida distribución, debido a que se la vende como mascota. También influyen la destrucción de su hábitat y la cacería para la obtención de plumas para los tocados de la danza de los macheteros, según señala en el Libro rojo de la fauna silvestre de invertebrados de Bolivia el biólogo Mauricio Herrera, de la Asociación Civil Armonía.
“Esta actividad genera una importante oportunidad para la conservación de la paraba barba azul en estado salvaje. Mediante un programa especializado de cría, selección, monitoreo y entrenamiento de los individuos en cautiverio, se pueden realizar iniciativas de reintroducción a su hábitat natural”, dice Lorena Kempff, directora de la FNKM.
El cambio de ambiente no afectó la salud de las aves que nacieron en Cornwall, un lugar cálido de Inglaterra.
“Las parabas están respondiendo positivamente a este cambio. Sin embargo, uno de los aspectos de mayor atención en situaciones como éstas es la alimentación”, explica Kempff.
El cuidado
Las parabas son, en general, sensibles a la alimentación y los cambios bruscos en ella. Están en una fase de transición en cuanto a su oferta nutricional, pero también se mantuvo el mayor control posible para evitar cambios bruscos en la temperatura de su ambiente, dice Vroomans.
“Aún no se tiene definido si los ejemplares serán utilizados como reproductores en el centro o si serán liberados. Esto dependerá del número y características de otras parabas que se puedan repatriar. Hablamos de 40, que según nuestras expectativas llegarán con la colaboración internacional”, afirma el ingeniero en manejo de la naturaleza y bosques.
El Programa de Conservación de la Paraba Barba Azul, con el establecimiento del Centro de Reproducción en Loreto, tendrá el apoyo de expertos internacionales que trabajan en programas exitosos de reintroducción y liberación de especies silvestres.
La experiencia de conservación en el centro, en Beni, contará con el apoyo financiero de World Parrot Trust, que respalda proyectos de conservación de loros. Esta organización impulsó la cría de las seis parabas en el zoológico inglés. El centro será manejado por la FNKM.
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