Si ves que tu mascota tiene vómitos y/o diarreas, si está con un cuadro infeccioso severo, con una hemorragia o si está en shock, cuidado: cuando has previsto someter a tu mejor amigo a una operación, debes ofrecerle cuidados antes y después de la cirugía para una óptima recuperación.
Si identificas los problemas anteriormente citados antes de ir al quirófano, habrá que tratar al animal prequirúrgicamente con fluidos y medicaciones adecuados al cuadro que presente, todo para minimizar los riesgos que una cirugía conlleva.
Para esto la veterinaria Gloria Rodrigo sugiere realizar un análisis de sangre completo de la mascota, con el fin de evaluar el estado clínico en el que se encuentra y, dependiendo la cirugía que se realice, también se debería pedir rayos x. En otros casos las ecografías pueden ser de gran ayuda, como la abdominal, para perros y gatos que se sospecha que tienen tumores abdominales.
“Luego de esto, la mascota debe estar en ayunas por al menos 12 horas antes de la cirugía para evitar cualquier problema”, dice Rodrigo.
La doctora Mariana de la Peña explica que tras concluir la intervención, la mascota debe ser trasladada a un canil de recuperación, caliente y confortable. “Inmediatamente después se le pondrá el collar isabelino al paciente para que éste no toque con el hocico la herida, no se lastime, se infecte o se arranque la sutura”.
La alimentación posquirúrgica se basará en una dieta blanda y blanca, para una fácil digestión, en un tiempo aconsejable de ocho a diez días. Una vez en casa, el animalito deberá acomodarse en un lugar cómodo y movilizarse solo sobre una superficie plana, porque hay que evitarle los esfuerzos de saltar o subir y bajar gradas.
La mascota necesitará que se le cure diariamente la herida con un algodón empapado en tintura de yodo hasta que se le retiren los puntos. De esto se ocupará el veterinario ocho días después de la cirugía.
La familia tiene la obligación de evitar que el convaleciente se toque la herida: hay que vigilarlo. Si tiene otros animales en casa, hay que supervisarlos mientras estén juntos.
Es importante tener paciencia en la recuperación del paciente, atenderlo con cariño, sin obsesionarse ni hacerle sentir discapacitado, seguir las recomendaciones de su médico y, por mucho que te pueda apenar verlo incómodo, no le quites el collar isabelino hasta que la herida esté completamente cerrada.
Fuente: Gloria Rodrigo y Mariana de la Peña, veterinarias.
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