Luego de que Winston Aguilera Vaca Díez, uno de los tantos aficionados a esta ilícita actividad, pasara a ser uno de los más buscados para la Policía al implicarlo en el crimen de Jaime Avaroma, las autoridades han puesto los ojos en este negocio que es considerado, por quienes lo defienden, como un deporte.
Los investigadores policiales que le siguen los pasos a quienes actúan al margen de la ley, afirman que en estos sitios se encuentran extranjeros y delincuentes locales, que en medio de gritos y apuestas, acuerdan ‘trabajos’.
El subcomandante departamental de la Policía, Juan Carlos Arauco, confirmó lo señalado por los investigadores policiales consultados por EL DEBER, sobre los movimientos extraños en estos locales y aseveró que se analiza información para, en el futuro, propiciar acciones y demostrar la peligrosidad de estos escenarios en la capital cruceña
“Trabajamos en la información recolectada, para intervenir estos lugares”, puntualizó la autoridad policial.
Una experiencia inusual
Luego de conversar con Yerko, Sebastián y Rómel, tres personas que entrenan gallos y que frecuentan los escenarios conocidos como corros, EL DEBER visitó uno de ellos. Se dice que aproximadamente unos 200 están instalados en la capital cruceña.
El lugar elegido está sobre el quinto anillo, a pocos metros de la avenida Tres Pasos al Frente. Los que lo frecuentan lo conocen como ‘La Cuadrada’, un pequeño espacio de terreno donde los miércoles y viernes llegan ‘riñeros’ a partir de las 21:00.
El sitio no tiene restricciones para el ingreso, pero una vez dentro, aquella persona que no sabe de gallos o apuestas es fácilmente detectada. Sin recibir ninguna amenaza el ‘intruso’ se puede dar cuenta de que la gente que está en estos lugares no le gusta ver curiosos.
Algunos informes policiales y la versión de los vecinos confirman que al local llega todo tipo de gente, incluso personas armadas que ya han propiciado tiroteos en la madrugada, provocando la molestia y el temor de los que viven cerca.
Insisten en su validez
Dado que Rómel, Yerko y Sebastián obtienen recursos económicos de esta actividad, evitaron revelar sus apellidos porque temen represalias; insisten en que esta práctica es sana y que ayuda al esparcimiento de la gente.
“Hay algunas malas personas que llegan a estos lugares, pero no es en todos los corros”, asegura Rómel, que tiene un criadero con 15 gallos en los que invierte un promedio mensual de Bs 500 por cada uno, ya que debe pagar por su alimentación, vacunas y otros gastos adicionales.
¿Pero cómo recupera Rómel ese dinero? Yerko y Sebastián indican que los gastos se recuperan cuando se venden los gallos que valen desde Bs 300 (criollos) hasta $us 500 (los brasileños).
A esto se suman las apuestas en las riñas, donde hay quienes pagan Bs 100 por una pelea y los que ponen miles de dólares en la mesa del reto, sin que los galleros se preocupen de donde vino la plata y cómo será cobrada
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