Este animal de carga estuvo históricamente ligado a la Ruta de la Seda y ahora afronta una progresiva desaparición, ya que sólo quedan unos 400 ejemplares y su riesgo de extinción es similar al de otros animales, como el tigre de Sumatra o el lince ibérico.
Fácilmente reconocibles por sus dos jorobas y por la doble capa de pelo que les cubre, la imagen de este animal se asocia con la de las caravanas que cruzaban el desierto de Taklamakán, en la región autónoma de Xinjiang, en el noroeste de China.
Gracias a su gran resistencia, que les llevaba a soportar temperaturas inferiores a 20 grados bajo cero, acarrear más de 270 kilos de carga y a sobrevivir largos períodos sin alimento ni agua, los camellos bactrianos se convirtieron en dóciles compañeros de las caravanas de comerciantes.
Sin embargo, la decadencia de la Ruta de la Seda en el siglo XV y el constante crecimiento de la población a partir de entonces, ha llevado al aislamiento de esta especie.
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