Fue una mentira laboriosamente inventada en ese entonces para que no sufrieran por la pérdida de su primera mascota. Al lorito lo habíamos comprado un día antes en la feria alteña 16 de Julio y su muerte fue nuestro castigo por fomentar el tráfico de animales. Con mi esposa salimos con el pretexto de ir a la veterinaria, pero lo que hicimos fue enterrar a Perkas en una ladera cerca de la casa, con lágrimas, oración y cruz. 24 horas me bastaron para quererlo.
Los humanos somos así: sedientos de dar o de recibir amor. Además, no nos basta nuestra propia raza, nuestra sed abarca a otros seres de la naturaleza, incluso está en entredicho la definición de cuáles son los animales que pueden ser nuestras mascotas: en África pueden ser las hienas, los monos babuinos o las serpientes pitón (busquen: mascotas Pieter Hugo en Google).
De lobos a perros
A los lobos los empezamos a domesticar hacer 32.000 años. No queda claro si el proceso empezó cuando robamos a los cachorros para empezar a criarlos o fueron los lobos que asumieron la decisión de domesticarse por sí solos al comprobar que sus congéneres más fieros eran los más diezmados por nuestros antecesores, es decir, empezaron a adaptarse al medio para sobrevivir.
En esa transición de lobo a perro, jugó un papel muy importante un cambio en un gen denominado SLC6A4 que transporta serotonina a las neuronas, y, como todos saben, la serotonina influye en las conductas agresivas.
Lo que no saben, y ahora se los cuento, es que después de Perkas se nos presentó al fin la oportunidad de criar un perro. La decisión en las ciudades bolivianas para tener un perro pasan por la conjunción de diversos factores, como la tenencia de casa (propia o alquilada), el carácter del dueño de casa, un espacio en el patio, la altura del muro perimetral y cantidad de robos en la zona o la oportunidad (Pepito se encontró un cachorro).
Conozco una familia que se animó a criar un perro como terapia de la crisis familiar cuando el padre abandonó el hogar. El segundo resultó más fiel que el primero.
En mi caso, los factores positivos se debían a que una comadre nos ofreció alquilarnos un amplio departamento donde disfrutábamos de un patio casi exclusivo; tanta felicidad sólo podía completarse con una mascota.
Elegí a una preciosa perrita chapicita que la daban en adopción en SOS, esa institución pionera en la defensa de los perros. La llevé al hogar como nuestro regalo de Navidad.
Una perla
La bautizamos como Perla porque era pequeña, de color beige y en homenaje a Perkas, nuestro lorito. Nos alegró la existencia durante muchos meses con sus saltos de alegría y su constante optimismo, pese a que ya era adulta. Fue también mi primera mascota, aunque me acordaba haber tenido un gato cuando era niño, pero ningún otro animal es más leal que un perro.
Con las diversas propuestas de normar la crianza de los perros, ingresamos en un debate que era necesario realizarlo no sólo para evitar los lamentables accidentes con los humanos, sino también el sufrimiento de los canes. Al contrario de otras normas, será muy fácil la aplicación de esta ley si se la hace con amor y no con odio, si refleja el cariño que tenemos con estos animales y nos carga con las responsabilidades, como se debe.
No sabemos por qué murió Perla. Novatos en la crianza de un perro, seguro cometimos algunos errores; el más terrible: no llevarla inmediatamente a un veterinario cuando empezó a decaer.
Se extraña su alegría hasta hoy y cada cierto tiempo mis hijas, con la esperanza en los ojos, preguntan “ ¿podemos tener perrito?”. La respuesta es “no, hasta tener las condiciones necesarias”. Así se nos pasan los años sin la edificadora compañía de una mascota.
Nos alegró la existencia durante muchos meses con sus saltos de alegría y su constante optimismo, pese a que era adulta. Fue mi primera mascota, , aunque me acordaba haber tenido un gato...
Marcelo Paredes LastraPatayperro
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